Capítulo IV

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Con el paso de los dias todo volvió a su normalidad, no más desmayos, no más dolor, aquí estaba yo con Diego, mientras el hacia el intento de repasar me para la prueba. Me falto decir que mi gran amigo era el niño más inteligente de la clase, mírame a mi una nerd junto a un nerd.

- Luna, no me prestas atención - me regañaba mi amigo.

- si lo hago.

- ah si, repite lo que acabo de decir.

- ehhh ha

- lo vez, estas en las nubes.

- esta bien, mi rindo, hoy no quiero estudiar. Aparte eso esta dificil.

- dificil, vamos si es sencillo.

- me lo dice el chico más inteligente del aula, como no.
- no te burles de mi.

- solo digo la verdad.

- con que la verdad - esa cara la conozco.

- no, ohh, no Diego, no - le grito yo pero no me hace caso mientras sigue con la sesión de cosquillas - basta, para, basta.

- Luna, estas bien - solo escucho la voz de mi amigo a lo lejos, todo es negro, que paz.

No hay nada más triste que no reconocer a las personas que te quieren, ya era la segunda vez que esto me pasaba, ahora si se que nada esta bien.

Han pasado 3 días, 3 días de exámenes y no precisamente de escuela, hoy como cada tarde de estos últimos días mi abuela me abraza como si no me fuera a ver en años, 3 días en los que mi tía no para de hacerme retratos, 3 días en los que mi mama no deja de llorar en el baño, ellas sabían algo, me ocultaban algo. Sobre todo llevo 3 días sin ir a la escuela, pero eso no impide que la escuela venga a mi.

- porque cuando no estoy pasa lo más interesante, no es justo - digo a mis amigos asiendo un puchero mientras estoy me narran lo ocurrido en estas últimas horas.

- que empezaron sin mi - no necesitaba girarme para saber de donde proviene esa voz.

- claro - le dices Diana - no todos tenemos que esperar por ti, no eres el mundo - así comenzaba una entre esos dos, siempre era igual. La verdad me divertían sus peleas, Diana siempre terminaba sacándolo la lengua, cosas de chicas.

- paren - dice Lidia - Luna no se puede alterar, esta de reposo, no quiero que sol me regañe.

- claro, disculpa Luna - me dice Diana.

- y como esta mi compañera favorita - me dice Diego.

- como si tuvieras otra - se saco la lengua, cosas de chicas - pero estoy bien, ya necesitaba un descanso de ti, eres muy gruñón.

De repente todos ríen, yo reía pero en mi interior dolia, dolía no ir a la escuela, no compartir con los chicas, que Javier ya no me molestaba, que los ojos azules de Diego no me miraban, pero lo más importante desde que enferme tengo a mi mamá durmiendo en mi cuarto conmigo, no me deja sala en ningún momento, es más apuesto a que nos observa desde la cocina mientras habla con tía Ester, mama eres muy obvia.

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Yo quiero un amigo como Diego.
Como se imaginan a Diego.

Y SI QUEDAMOS COMO AMIGOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora