Capitulo II

12K 867 243
                                    

Kara se quedó helada al ver la sonrisa de Lena. No había olvidado con quién estaba tratando: una mujer muy rica y poderosa al que en otra época hirió en su orgullo, aunque de forma accidental. Pero la conversación estaba entrando en terrenos desconocidos y no sabía qué pretendía con ello Lena.

—No estoy segura de haber entendido —dijo con cautela.

—No eres ninguna tonta. Si quieres ver a Lexa, sólo podrás hacerlo según mis condiciones.

Kara se levantó y avanzó hacia la barandilla del yate en busca de un poco de brisa para calmar su ansiedad.

—Eso ya lo sé. Si no estuviera dispuesta a aceptarlas, no estaría aquí.

—Mis condiciones son duras —dijo Lena sin rodeos—. Tú quieres a Lexa, yo te deseo a ti y Lexa necesita que la cuiden. Si unimos esas necesidades, podemos llegar a un acuerdo que nos convenga a todos.

«Yo te deseo». Aquélla fue prácticamente la única frase que captó inicialmente Kara. Estaba conmocionada. ¿Aún la encontraba atractiva Lena siete años después? Por un instante estuvo a punto de volverse y decirle que ella era la respuesta a los ruegos de una médico saturada de trabajo. Aquel aspecto de su vida no sólo había quedado a un lado mientras estudiaba y trabajaba duro para obtener su título; directamente había desaparecido.

Se recordó que ser deseada por Lena no la convertía en alguien especial de un grupo selecto. Estaba al tanto de su volátil y enérgica vida amorosa. Según la prensa del cotilleo, su fuerza y habilidad sexual en la cama eran legendarias, casi tanto como su incapacidad para comprometerse en una relación duradera. Al parecer se aburría rápidamente de todas las modelos y actrices, casadas o no, que solía meter en su cama.

Nada de lo que había leído hasta entonces en la prensa le había dado motivo para arrepentirse de no haber aceptado casarse con ella. Lena era tan capaz de adaptarse a las restricciones del matrimonio como un tigre a ser una mascota doméstica. Le habría roto el corazón y la habría destrozado, como su infiel padrastro había destrozado a su madre con sus aventuras extramatrimoniales. Tras veinte años de matrimonio, a Eliza Edge no le quedaba prácticamente ninguna autoestima.

—¿Estás sugiriendo que, si me acuesto contigo, me dejarás ver a Lexa? —preguntó Kara, incrédula.

—No soy tan ordinaria como para proponerte eso, y además no me sentiría tan fácilmente satisfecha. Estoy dispuesta a ofrecerte algo que nunca he ofrecido a otra mujer. Quiero que vengas a vivir conmigo.

—¿Vivir contigo? —repitió Kara, anonadada.

—Vivir y viajar conmigo como querida. ¿De qué otro modo podrías cuidar de tu sobrina? No podrías seguir trabajando, por supuesto. Vivir conmigo y ocuparte de Lexa sería una dedicación completa.

—Veo que no has cambiado nada —dijo Kara, aunque su corazón empezó a latir con más fuerza ante la posibilidad de ocuparse realmente de su sobrina—. Sigues esperando tener prioridad sobre todo lo demás.

Lena ladeó su arrogante cabeza.

—¿Y por qué no? Conozco a muchas mujeres que estarían encantadas de convertirme en su única prioridad. ¿Por qué iba a aceptar un compromiso menor por tu parte?

—¡Pero no puedes convertir a mi sobrina en parte de un trato como ése! Sería algo inmoral y totalmente carente de escrúpulos.

—No sufro de escrúpulos morales. Soy una mujer práctica que no planea casarse para ofrecer una madre a Lexa. De manera que, si quieres ser su madre sustituta, tendrás que jugar a esto como yo quiero que juegues.

Le estaba ofreciendo todo lo que anhelaba a cambio de renunciar a todo lo que tanto se había esforzado en lograr.

—Después de siete años, ¿cómo podemos pasar de no tener ninguna relación a vivir juntos? Y además siendo tu querida... ¡Es una locura!

El dulce sabor de la venganza (Adaptacion Supercorp) COMPLETA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora