Capítulo IV

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—Casi  lo olvido —dijo Lena, que entró en una habitación llena de libros que daba al pasillo mientras Kara se detenía en el umbral.

Kara vio que tomaba una cajita alargada de un escritorio.

—Ven aquí —dijo Lena con su habitual impaciencia—. No puedes salir sin joyas.

—No tengo ninguna —confesó Kara.

—Yo voy a empezar tu colección.

Lena sacó de la caja un collar de diamantes mientras Kara se aproximaba a ella.

—Date la vuelta.

—¡No lo quiero! —dijo Kara con firmeza. Había tolerado lo de la ropa, pero aquello era demasiado.

—Pero yo quiero que te lo pongas —Lena la tomó por los hombros sin miramientos y le hizo darse la vuelta.

Kara se estremeció al sentir el roce de sus dedos en el cuello mientras le ponía el collar. Tras hacerle darse la vuelta de nuevo, Lena la contempló con una satisfacción que no mermó la abierta hostilidad de su mirada.

Kara se sorprendió al ver la cantidad de gente que había en la inauguración. Nunca habría soñado con ver tanta gente bien vestida y tantas celebridades reunidas en el mismo sitio. Y tampoco había recibido
nunca tanta atención. En el momento en que entró en la sala del brazo de Lena, todas las mujeres volvieron la cabeza en su dirección. Un murmullo de conjeturas acompañó su paso entre la multitud. Mientras Lena conversaba con uno de los escultores que exponía en la galería, Kara se dedicó a mirar los cuadros expuestos. Estaba contemplando un atractivo paisaje marino cuando fue abordada por una pelirroja alta de piernas larguísimas y cuerpo escultural vestida con un diminuto vestido de raso blanco.

—De manera que tú eres mi sustituta —espetó sin preámbulos—. ¿Quién diablos eres? ¿Cuándo te conoció Lena?

Kara ya sabía quién era. Se trataba de Cat, una supermodelo y, probablemente, la última ex de Lena. No dijo nada, porque había captado el brillo de las lágrimas en sus ojos y su afligida expresión.

—No recibirás ninguna advertencia de que todo ha acabado. Un día estás dentro y el mundo es tu ostra, y al día siguiente estás fuera y no puedes hacer nada al respecto. Ella ya no responde a tus llamadas y todo el mundo te da con la puerta en las narices.

—Tiene que haber opciones más seguras y gratificantes para una mujer tan joven y guapa como tú —dijo Kara, tratando de infundirle ánimos —. No le des la satisfacción de saber que te importa. 

Cat la miró con expresión de asombro.

—¿Estás siendo amable conmigo? ¿No estás celosa?

—No —contestó Kara con dignidad—. No soy del tipo celoso. 

De pronto notó que Cat apartaba la atención de ella.

—Cat —saludó Lena a sus espaldas.

Cat giró sobre sus talones y se perdió entre la multitud.

—De manera que no eres celosa —añadió Lena con ironía.

—Por supuesto que no —aseguró Kara, pensando en los siete años que había pasado leyendo sobre sus aventuras con incontables mujeres. Fuera donde fuese, Lena se convertía en el objetivo de toda mujer ambiciosa. Era un hecho de la vida y, mientras siguiera siendo multimillonaria y atractiva, no era probable que la situación fuera a cambiar.

Lena señaló el cuadro que había estado mirando Kara.

—Me recuerda a HOWTH... la playa que hay bajo la casa —comentó a la vez que inclinaba la cabeza hacia el dueño de la galería, que estaba cerca de ellos—. Nos lo quedamos.

El dulce sabor de la venganza (Adaptacion Supercorp) COMPLETA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora