Capitulo III

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A las nueve de la mañana del siguiente dia. Kara entró en una limusina plateada y observó cómo cargaban su equipaje en ella. Vestía una discreta falda gris y una blusa rosa. Era consciente de que no tenía precisamente el aspecto de una «querida», pero estaba orgullosa de ello. Y si Lena quería perder el tiempo tratando de convertirla en una fulana vestida para impresionar, iba a enfrentarse uno de esos retos que tanto le gustaban.

Apoyó las manos sobre el bolso que llevaba en el regazo. El sexo era sólo sexo, y podía manejarlo. Técnicamente, sabía mucho sobre ello. Probablemente no era la mujer más sexy del mundo: a fin de cuentas, había vivido muchos años como si el sexo no existiera. El celibato sólo le había preocupado en una ocasión en su vida, cuando estuvo viendo a Lena. Sintió que las mejillas le ardían al recordar el ardiente beso que le dio en el yate.

Un rato después la limusina se detenía ante un elegante edificio. Kara vio con sorpresa el logo de un bufete de abogados en la entrada. En cuanto entró en recepción fue conducida hasta una sala en la que la esperaba Lena.

—¿Para qué estoy aquí? —preguntó Kara sin preámbulos.

Lena entrecerró sus verdes ojos y deslizó la mirada desde las piernas de Kara hasta la evidencia de sus pechos.

—He hecho que los abogados de este bufete redacten un acuerdo legal. Quiero que lo firmes para que no haya malentendidos entre nosotros en el futuro.

Eli se puso pálida.

—¿Y por qué no me lo has dicho hasta ahora? ¡Ya he renunciado a mi trabajo y he llegado a un acuerdo para vender mi apartamento!

—Sí —dijo Lena, sin dar la más mínima muestra de arrepentimiento.

—Lo habías planeado así, ¿no? —replicó Kara sin ocultar su irritación—. Ahora que he quemado mis barcos hay menos probabilidades de que discuta los términos del acuerdo, ¿no?

—Lo que me encanta de ti es la falta de ilusiones que tienes respecto a mí, Darling — Lena sonrió irónicamente—. Esperas que me comporte como una miserable, y eso hago.

Kara hizo un esfuerzo por contener su rabia.

—¿De verdad has hablado de nuestra futura relación con tus abogados? —preguntó, incrédula.

—Siempre trato de anticiparme a los problemas, y una mujer tan resuelta como tú podría dármelos.

—¡Espero que no hayas incluido en el acuerdo que tengo que convertirme en tu querida!

—¿Y por qué no? Eso no va a ser un secreto cuando vivas conmigo y seas vista constantemente a mi lado. No pienso simular que sólo eres la niñera.

La insolente indiferencia que Lena estaba mostrando por sus sentimientos enfureció a Kara.

—Realmente te da igual lo que pueda sentir, ¿no?

—A ti tampoco pareció preocuparte mucho lo que pudiera sentir yo cuando tuve que decir a mis amigos y a mi familia que, después de todo, no ibas a convertirte en mi esposa. 

Aquellas palabras fueron como una bofetada para Kara. Se puso pálida al recordar la vergüenza y culpabilidad que experimentó siete años atrás.

—Aquello me disgustó mucho, ¡pero no fue culpa mía que decidieras asumir que el hecho de que te amara significase que estaba dispuesta a renunciar a mis estudios de medicina para casarme contigo! —replicó en tono acusador—. No hubo ninguna malicia por mi parte. Aunque no quería casarme contigo, sentía un gran cariño por ti y lo último que quería era hacerte daño.

El dulce sabor de la venganza (Adaptacion Supercorp) COMPLETA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora