Capítulo VIII

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Kara la miró con gesto incrédulo.

—¿Por qué has invitado a mi familia si sabes que estamos peleados? —espetó, furiosa por el hecho de que hubiera alentado aquella confrontación a pesar de que le había dicho que hacía años que su familia
no quería saber nada de ella.

—Pensé que la invitación ayudaría a suavizar las cosas... ¡incluso pensé que te agradaría verlos! —respondió Lena, tensa.

—Ha sido un grave error. No deberías haberte entrometido. Mi familia no quiere verme cuando estoy contigo —reveló Kara con amargura—. De hecho, Morgan ha dicho que no pueden tener nada que ver con Lexa mientras yo esté aquí.

Lena masculló una maldición.

—Eso es indignante, Darling. No puede insultarte de ese modo bajo mi techo. Cualquiera que lo haga no es bienvenido en mi casa.

—Apenas puedes hacer nada al respecto. Morgan es un hombre muy testarudo. Limítate a ignorarlo, como hago yo, y esperemos que con el tiempo supere su resentimiento. No deberías haberlos invitado a venir.

Kara se mordió el labio al ver la tormentosa mirada que iluminó los ojos de Lena. Decir que no debería hacer algo a alguien acostumbrado a hacer lo que le daba la gana había sido un claro error.

Lexa dejó escapar un sollozo y tiró del vestido de Kara a la vez que se apoyaba contra sus piernas, evidentemente cansada.

—Edge te ha disgustado —murmuró Lena—. No pienso tolerarlo.

—Mantente al margen de esto. No es asunto tuyo —siseó Kara mientras se inclinaba para tomar a Lexa en brazos y consolarla—. Entrometiéndote sólo causarás más problemas y resentimiento. Voy a llevar a Lexa a su cuarto para que eche la siesta. Prométeme que te ocuparás de tus propios asuntos.

Lena la miró con un irónico gesto de incredulidad.

—Tú eres mi asunto. Si te insultan a ti, me insultan a mí, pues estás aquí porque yo lo deseo, y no pienso tolerar ninguna muestra de falta de respeto.

Mientras sujetaba a Lexa con un brazo, Kara apoyó la otra mano sobre el hombro de Lena en un gesto que esperaba resultara apaciguador.

—Nadie ha sido irrespetuoso contigo —dijo, en un esfuerzo por calmar las aguas—. No te impliques, por favor. No juegues con fuego.

Tras aquel ruego final, se alejó con la niña en brazos. Imra se ofreció a ocuparse de ella, pero Kara le dijo que no se molestara; dado el estado de ánimo en que se encontraba, la sensación de tener a Lexa entre sus brazos resultaba reconfortante. Lo último que necesitaba era que Lena se entrometiera en una situación ya de por sí delicada. Sabía por experiencia que su madre sufría invariablemente cuando Morgan se enfadaba.

Cuando se volvió a mirar desde el rellano de las escaleras vio que los hombres se estaban reuniendo en el vestíbulo para luego trasladarse al despacho de Lena y mantener la reunión de negocios que había mencionado. Aquello le produjo cierto alivio. Si Lena estaba ocupado con sus negocios, no estaría en condiciones de utilizar su energía para pensar en otras cosas.

—Sapatos —dijo Lexa en tono de importancia mientras Kara le quitaba las zapatos—. Zalquetines.

—¡Muy bien! —aplaudió Kara antes de tomar la carita de Lexa entre sus manos para besarla.

—Cielo santo... ¡ya habla!

Kara dio un respingo y volvió la cabeza para mirar a la mujer que se hallaba en el umbral de la puerta.

—¿Mamá?

—Morgan ha ido a la reunión y he pedido a una doncella que me trajera hasta aquí —explicó Eliza Edge en tono atribulado—. Se pondría furioso si supiera que estoy aquí contigo.

El dulce sabor de la venganza (Adaptacion Supercorp) COMPLETA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora