BOOOOOM. Hace que me vengan estás idas de olla.
Tendríais que verme escribiendo en medio de la calle, cualquier día me atropellan...
***
KAYCEE
No consigo dormir en casi toda la noche, y cuando por fin cojo el sueño, la mano de Sean se despierta dispuesta a torturarme.
Partiendo de que nunca me he besado con nadie y qué el encuentro físico más íntimo que haya tenido; ha sido con mi mejor amigo, mi adolescencia se está tornando un martirio en cuanto a necesidades hormonales que digamos.
Van a ser las 5:00 de la mañana y sinceramente, ya no tengo fuerza para controlar mis instintos. Intento ignorar el hecho de que sus dedos estén adentrándose bajo mi camiseta, pero sus caricias tiene un claro efecto en mi livido.
Está dormido Kaycee, no es consciente de nada de esto. Inspiro y expiro acompasando respiración rogando que no lo despierte mi atolondrado pulso.
¿Qué pensaría de mi si me encontrara disfrutando de esto?
Tengo que hacer que pare antes de que esto se vaya de madre. Piel de gallina, y corazón a mil por hora, desciendo lentamente por su brazo dilatando el momento antes de poner fin a su martirio. Se siente bien, pienso grabando el recorrido de sus dedos en la parte baja del abdomen; dibuja siluetas de todo tipo distrayendome de mi verdadero objetivo. Estoy apunto de dejarme llevar cuando intenta traspasar la goma de mi pantalón.
El corazón me da un vuelco y mis dedos lo atrapan automáticamente para bloquear su magreo.
Oh, dios mío. ¿Qué diantres está soñando?
Apenas hace un año que llegué a mi pubertad. Los 16 han sido la época más asfixiante y maravillosa que viviré nunca. No obstante, entre los ensayos, proyectos de baile y la constante presencia de Sean en mi vida, no he tenido tiempo para explorar mi sexualiadad y ese nuevo interés latente se manifiesta en mi de tanto en tanto rogándome que me dé una fiesta para que lo alivie.
Me relamo recordando el primer orgasmo que tuve en la ducha. Fue hace cosa de unos meses tras, después de un ensayo con Sean. Estábamos practicando con Tessandra y la coreografía era extremadamente íntima; fue la primera vez que dejé que alguien tocará así mi cuerpo.
Y tras explotarlo todo en la pista, no pude contenerlo. Nada más llegar a mi casa fuí corriendo a darme una ducha para saciar al monstruo interno que se estaba apoderando de mi. Digamos que tardé más de 30 minutos en salir del baño, pero Sean no hizo preguntas.
Fue un acto inocente; creí. Pero después de la primera vez, se convirtió en un algo adictivo.
Sean se acurruca en mi espalda sin apartar la mano de sitio. Trago saliva y ladeo la cabeza para verle. ¿Qué demonios hace...? ¿Está despierto? Mi mejilla choca con sus labios, y solo consigo ver de reojo su mirada lasciva. Mierda, está despierto... Cierro los ojos sucumbiendo al pánico que me supone sentirme atraída por mi mejor amigo.
— Se-an... — quiero rogarle que pare, pero se me escapa un gemido. Se incorpora un poco al oírme susurrar. Intimidada por la situación, observo sus pupilas oscurecerse; ahora es él el que traga saliva, estoy totalmente a tu merced.
Echando un vistazo a la parte baja donde tengo retenida su mano, vuelve a mis ojos para pedirme permiso y empezar a moverse. Me pierdo en la súplica de sus rasgos.
Jamás pensé que Sean pudiera verme de este modo. Obvio a mis 15 era lo único que pensaba que quería de mí, pero era el momento cúspide del shippeo y además, no nos teníamos ni la confianza que tenemos ahora entre nosotros. Somos Sean y Kaycee, los mejores amigos del alma, la pareja de baile inseparable; lo sabemos todo el uno de otro, pero ahora...