— Kayc, ¡abre la puerta vamos!
— ¡Un segundo!
Me miro al espejo no convencida del modelito que llevo puesto. El vestido de Kylie tiene un pase pero el maquillaje y labios rojos son demasiado.
Abro la puerta para dejar entrar a mis amigas.
— ¡¡¡¡No!!! — me grita Tahani. — ¿Porqué te lo quitas?
— Es demasiado extremado, Tiny... — Sean cumple por fin 21 y sus amigos han decidido organizarle una fiesta sorpresa por todo lo alto. Resignada suspiro al verme embutida el palabra de honor de color negro. — Con el vestido es suficiente...
— Toma. — Bailey me pasa un gloss rosado a juego con el color de mis uñas. — Sólo para darle un toque.
Me sonríe con una copa de vino en la mano.
— ¡No deberías estar bebiendo, Bai!
Bailey se ríe por mi sobreprotección.
— ¡Tranquila! Tengo a mi carabina....
— Tú novio no cuenta como carabina... — siseo ante su jugada maestra.
— ¡Venga ya! ¡Es el cumpleaños de Sean! No me digas que tú no vas a beber. — sonrío a Tahani desde el espejo y me hago paso entre ellas para salir.
— ¡Clara que no!
— ¡Ja! ¡Eso no te lo crees ni tu! — Ríe ya un tanto ebria.
— Vale... — le quitó la copa de las manos. — Si tu novio no te controla... ¡lo haré yo!
Las dejo quejándose en el baño y me escabullo para mezclarme entre los invitados. Apenas doy un par de pasos cuando alguien me atrapa haciéndome girar.
— Vaya, vaya... — dice quitándome la copa de la mano. — ¿bebiendo sin supervisión, Rice? Creo que voy a tener que tener una seria charla con tus padres...
— No es mía... — suelto sonriente.
— Vaya, te creía más valiente que eso...
— Muy gracioso... — digo por fin encarándole. Sean me sonríe achinando los ojos. No puedo hacer otra cosa que corresponderle.
— ¿Te lo estás pasando bien? — asiento con ganas observando nuestro alrededor.
Hemos hecho un gran trabajo decorando la casa de sus padres, cada uno ha aportado su granito de arena y la verdad es que estaba resultando una fiesta maravillosa.
La casa está abarrotada de gente. Todos nuestros más allegados están aquí: tanto los amigos como los compañeros del sector.
— Gracias, Kayc. — vuelvo la atención sobre él.
— Eres la mejor amiga del mundo. — suelta abrazándome. Enrojezco un poco ante su efusividad.
— Lo sé... pero todos hemos participado en esto. — me río intentando sacarle importancia.
Me besa el pelo.
— Eh, ¡tortolitos! — ponemos los ojos en blanco ante el comentario. — Vamos a jugar al Beer-pong. ¿Os apuntáis?
Nuestro grupo de amigos nos llaman desde la pista.