El Fin De Semana: Paso 220k Gift)

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I mmmm baaaaack

***

Un sobresalto despierta a Kaycee de entre mis brazos. Lo sé por qué me he dormido con ella haciéndome el koala toda la noche y mi brazo derecho a dejó de ser servible pasada la primera hora de mi agarre.

Entreabro los ojos estirandome un poco para verla.

— Buenos días... — susurro para mí topandome con su expresión de espanto.

— Nos hemos dormido... — gimotea recordando nuestra sesión de besos y caricias nocturnas.

— Sí... Eso parece... — la pego a mi de nuevo para relajarla.

— Pero no lo hicimos, ¿entonces...?

Me aparto abriendo exageradamente los ojos.

— ¿Hacerlo? ¡No, claro que no!

Su decepción me fulmina.

— Eh, — siseo tomando su rostro. — tenemos mucho tiempo para eso...

Sus mejillas se colorean acompañando la excitación de su ritmo cardíaco. Asintiendo, se muerde el labio y me acerca para dejarse besar.

Me relamo hambriento y feliz por nuestra nueva faceta como mejor amigos. Sutil, presiono mi boca contra la suya.

Separándose de mi, se me sube encima quedando sentada a cuatro patas sobre mi abdomen.

Jugeteo con sus manos llevándomelos a la boca.

— Tengo una idea. — ladeo la cabeza sonriente. —. Y sí... — empieza ella tímida bajo mi amparo — ¿nos saltamos el paso dos y vamos directos al paso tres?

Río ante su tierna y persiste propuesta. Lo llevaba claro si creía que iba a rendirse.

— Bueno, hay que acabar con el paso dos de todas formas...

Ella se levanta de hombros y se echa a un lado para darme algo de margen y pueda incorporarme.

— O también, — sisea — podemos hacerlo todo junto...

La examino de arriba abajo viéndola vestir unos pantalones de deporte y ese magnífico sostén negro de encaje que compro para la gran ocasión.

Imaginarmela empapada de pies a cabeza ayuda a despertar mis instintos.

— Me parece bien... — susurro parandome frente a ella con las manos en el bolsillo.

Kaycee ríe iluminando el cuarto y la fuerza de combustión que da cuerda a mi vida hace que la tome en brazos y la saque en volandas del cuarto.

Encaja a la perfección como de costumbre.

Entre carcajadas y risas, abro la puerta del cuarto con el pie mientras ella quita el seguro para plantarnos en el pasillo.

Casi corriendo, me dirijo al baño principal y no es hasta que vuelve a poner el pestillo que la dejo para que toque de pies al suelo.

— Ven aquí... — susurro tomando su rostro para conectarlo con el mío.

Ella ríe y niega sin despegar los labios para privarme de su sabor.

— Kayc, — gruño molesto. — déjame entrar...— hace caso omiso mientras intenta liberarse.

— ¡No me he lavado los dientes, Sean!

— Eso a mi me da igual... — susurro intentando convencerla. Pero ella niega rotunda y me obliga a esperar hasta que podamos disfrutar de un aliento mentolado.

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