I mmmm baaaaack
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Un sobresalto despierta a Kaycee de entre mis brazos. Lo sé por qué me he dormido con ella haciéndome el koala toda la noche y mi brazo derecho a dejó de ser servible pasada la primera hora de mi agarre.
Entreabro los ojos estirandome un poco para verla.
— Buenos días... — susurro para mí topandome con su expresión de espanto.
— Nos hemos dormido... — gimotea recordando nuestra sesión de besos y caricias nocturnas.
— Sí... Eso parece... — la pego a mi de nuevo para relajarla.
— Pero no lo hicimos, ¿entonces...?
Me aparto abriendo exageradamente los ojos.
— ¿Hacerlo? ¡No, claro que no!
Su decepción me fulmina.
— Eh, — siseo tomando su rostro. — tenemos mucho tiempo para eso...
Sus mejillas se colorean acompañando la excitación de su ritmo cardíaco. Asintiendo, se muerde el labio y me acerca para dejarse besar.
Me relamo hambriento y feliz por nuestra nueva faceta como mejor amigos. Sutil, presiono mi boca contra la suya.
Separándose de mi, se me sube encima quedando sentada a cuatro patas sobre mi abdomen.
Jugeteo con sus manos llevándomelos a la boca.
— Tengo una idea. — ladeo la cabeza sonriente. —. Y sí... — empieza ella tímida bajo mi amparo — ¿nos saltamos el paso dos y vamos directos al paso tres?
Río ante su tierna y persiste propuesta. Lo llevaba claro si creía que iba a rendirse.
— Bueno, hay que acabar con el paso dos de todas formas...
Ella se levanta de hombros y se echa a un lado para darme algo de margen y pueda incorporarme.
— O también, — sisea — podemos hacerlo todo junto...
La examino de arriba abajo viéndola vestir unos pantalones de deporte y ese magnífico sostén negro de encaje que compro para la gran ocasión.
Imaginarmela empapada de pies a cabeza ayuda a despertar mis instintos.
— Me parece bien... — susurro parandome frente a ella con las manos en el bolsillo.
Kaycee ríe iluminando el cuarto y la fuerza de combustión que da cuerda a mi vida hace que la tome en brazos y la saque en volandas del cuarto.
Encaja a la perfección como de costumbre.
Entre carcajadas y risas, abro la puerta del cuarto con el pie mientras ella quita el seguro para plantarnos en el pasillo.
Casi corriendo, me dirijo al baño principal y no es hasta que vuelve a poner el pestillo que la dejo para que toque de pies al suelo.
— Ven aquí... — susurro tomando su rostro para conectarlo con el mío.
Ella ríe y niega sin despegar los labios para privarme de su sabor.
— Kayc, — gruño molesto. — déjame entrar...— hace caso omiso mientras intenta liberarse.
— ¡No me he lavado los dientes, Sean!
— Eso a mi me da igual... — susurro intentando convencerla. Pero ella niega rotunda y me obliga a esperar hasta que podamos disfrutar de un aliento mentolado.