► Chapter Forty: I'm Jake

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► Chapter Forty: I'm Jake

Jake's POV:

Camino entre los pasillos de la escuela buscando muy tranquilamente la biblioteca.

El sonido de la campana hace veinte minutos marcó el fin de clases, y ahora busco el gran conjunto de libros, para buscar algo sobre Sófocles, Eurípides y Esquilo, y no. Soy lo más anti-drama que existe en el mundo, o al menos cuando hablamos de dramaturgos griegos. Pero necesito una buena calificación en el trabajo que me dio la Señora River.

En medio de mi recorrido puedo ver a varis personas dentro de un salón. Zayn me levanta una ceja y luego su hermoso dedo del medio. Dios, perdónalo porque no sabe lo que hace...

Veo a Louis unas cuantas mesas atrás, creo que intenta hablar con Sara, una chica con la que choqué mi primer día. Y a unas mesas de Zayn, Alex mastica goma de mascar como si fuera una vaca comiendo pasto.

Castigo. Eso es lo único que entiendo de los labios de mi primo y río antes de seguir mi camino.

Avanzo varias puertas y pasillos vacíos. El sonido de mis converse es lo único que me acompaña, y me golpeo mentalmente por darle mis audífonos a Brody.

Entro a la enorme sala, llena de libros, con mucho cuidado de no interrumpir a nadie en su lectura. Me apeno al no cumplir mi cometido cuando miro el lugar vacío.

Una mujer pequeña, de sonrisa pareja y lentes de lectura me saluda amablemente. Le indico que necesito todo lo que pueda de los grandes dramaturgos de Grecia, y termino saliendo con las copias de libros como Edipo Rey y Antígona, y otros como La odisea o La iliada.

Llego con tranquilidad hasta el auto de Zayn. ¿Debería irme? No quiero dejarle solo y sin auto, se mojará cuando sepa que lloverá en unas horas...

Minutos más tarde me siento mejor, al dejarles las llaves dentro de su casillero y los mensajes en su bandeja de entrada.

Cuando la lluvia cae suavemente en la enorme ciudad de Londres empiezo a correr. Me recuerda a mis días en Bradford, corriendo con un pequeño Zayn de mi edad para no mojarnos.

De alguna manera, cuando corres te mojas el doble.

Llego a lo que parece ser un café. De estos grandes y llenos de gente, muero de ganas de un simple café con leche, pero es tanto el gentío que hay dentro, que prefiero ignorarlo.

Avanzo una calle dentro de la lluvia, hasta lo que parece un pequeño local cafetero. Quiero decir; un pequeño lugar de paredes rojas, con una atmósfera tranquila y un suave olor a Chocolate y Chanelle.

Me siento en una de las mesas, y me atiende una mujer mayor y simpática, apodada Jenn. Sin dudas he encontrado el café de mis sueños, aquí. Todo calmado, silenciosa música de fondo, un buen café con leche y... ¿Qué es eso?

Hay un par de mujeres a pocas mesas de la mía, el silencio del lugar me permite escuchar pequeñas partes de la conversación que mentienen, y aunque es mal educado escuchar conversaciones ajenas, no puedo evitarlo cuando hay una de las mujeres que amenaza con romper a llorar.

Me apena saber que su hija tiene anorexia. Es triste. La vida de esa chica debe ser triste, para que necesite con todo lo que puede, alcanzar una perfección inexistente.

Llueve un poco más cuando salgo del café, y camino distraídamente mientras pienso en el futúro.

Ayudar.

No hay mejor acción que esa. Preguntar cosas tan simples, pero necesarias, como un ¿Cómo estás? Cosas simples que cambian todo. En mi opinión, nada me hace más feliz que correr para hacer algo por alguien, por pequeño que sea, pienso que cada acción puede salvar una vida.

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