Líquido Carmesí
La luz tenue de la luna entraba por la ventana iluminando así una parte de la habitación, en el suelo, se podía observar un charco de líquido carmesí rodeándolo. En el mar de silencio sólo se podía escuchar mi respiración agitada. Mis ojos sorprendidos y asustados veían la escena y mis manos llenas de aquel líquido temblaban como nunca en la vida lo habían hecho, hincada junto a él, mi cuerpo también tembloroso estaba paralizado. La vista comenzó a nublarse, consecuencia de las lágrimas que empezaban a asomarse. Instantes después, se escuchó un grito...mi grito. Un grito que salió desde mi estómago y se juntó con el grito de mi corazón creando así un grito caótico. Y de un momento a otro...todo se oscureció.
Aún en la oscuridad podía escuchar voces y el sonido de un "bip" constante. Mi vista comenzaba a percibir la luz y los objetos borrosos, los cuales fueron aclarándose con el paso de los segundos.
—Dónde...— balbucee.
—Cariño...tranquila, aquí estamos. — escuche decir a mi madre, quien sujetaba mi mano derecha.
—Llamaré al doctor. — aviso, esta vez la voz de mi padre.
Mire a mi madre, me veía con unos ojos preocupados, agotados y tristes, a su lado se encontraba una máquina de signos vitales, el lugar de donde provenía el "bip". Y entonces comprendí que me encontraba en la habitación de un hospital, acostada en la cama y conectada a la máquina, pero..."¿Qué hacía yo aquí?, ¿Qué estaba pasando?" me preguntaba una y otra vez, hasta que recordé lo que había pasado, y entonces mi cuerpo se alteró de nuevo, mi corazón empezó a doler y mis ojos se llenaron nuevamente de lágrimas.
—¡NOOO! — Grité. —¿¡DÓNDE ESTA? ¿DÓNDE ESTA!? — Repetía una y otra vez, sin dejar de retorcerme en la cama mientras intentaba quitarme los electrodos y catéteres.
—Hija, cálmate, por favor cálmate. — mi madre trataba de calmarme y sujetarme, alterada y llorando...igual que yo.
Dos enfermeras y un doctor entraron y tras ellos mi padre, el doctor pidió a una enfermera que me sujetará del brazo derecho mientras él me sujetaba del otro, a la otra enfermera le pidió me aplicará un sedante. Una vez aplicado, sentí como mi cuerpo comenzó a relajarse y mis párpados comenzaron a pesarme.
—¿don...de...donde...est...ta...? — balbucee antes de quedarme profundamente dormida...por sexta ocasión.
Paso un mes antes de que pudiera salir de mi habitación, un mes infernal, un mes en el que no paraba de soñar con aquella noche...con ese líquido carmesí esparcido por el suelo... salpicado en mi rostro...cubriendo mis manos...y él tirado a mi lado...
Luego de entrar al baño y echarme agua fría en la cara, baje las escaleras casi arrastrando los pies, sin muchas ganas de sentarme y comer algo. Pero me esforcé, me esforcé porque eso es lo que todos querían que hiciera, me esforcé porque sabía que debía hacerlo, me esforcé... Y al fin llegué a la cocina, donde mi madre se encontraba volteando los pancakes de avena en el sartén y mi padre hacía su famoso intento de malteada de chocolate en polvo.
—¡Hija! — Exclamó feliz mi madre. —Qué bueno que te decidiste a bajar, sabía que lo harías y por eso te prepare tu desayuno favorito, pancakes de avena — habló mientras servía en mi plato dos pancakes, les puso miel y un plátano en rodajas, justo como solía gustarme.
Luego le sirvió a papá, con miel y fresas igual que a ella. Papá sirvió la malteada en tres vasos y los puso en sus respectivos lugares.
— Y....con popote para mi princesa. — dijo papá mientras ponía el popote en mi vaso, mi popote favorito, rosa tornasol.
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Después de tu muerte
Genç KurguTras presenciar la muerte de su mejor amigo y amor de su vida, Ana no ha sido la misma, pues sus constantes visiones y el dolor provocado por la muerte de su amado no le han permitido ser feliz nuevamente. Hasta que llega Leandro, un chico que a sim...