Hola. No estáis viendo mi cara ahora mismo. Pero será lo mejor. No quiero que veáis las ojeras que llevo, ni la humedad que hay en mis mejillas de tanto llorar. ¿No entendéis a qué me refiero? ¿Os estáis asustando? ¿Preocupándoos por mí? Pues sois de los pocos. También es porque aún no hemos contado nada, pero ¡Meteora está desaparecida! ¡Hala, lo he dicho! ¡Ya podéis cuestionarme todo lo que queráis como madre! No sería ni la mitad de barbaries que me he dicho a mí misma. Todo pasó de la siguiente manera:
Yo estaba sentada en el salón real, viendo mi teléfono para esperar a que mi habitación recién fregada acabara de secarse. Estaba quedándome dormida. Se me iban los ojos. Volvía a abrirlos. Volvía a cerrarlos. Así durante media hora, hasta que oigo el ruido que la ya antigua ventana de la habitación de Meteora hacía al abrirse, pero el sonido fue más brusco de lo normal. Fui a mirar. Oye, ¿que podía haber sido la niña que tenía calor y había abierto? ¿Qué podía haber sido otra ventana que ya estuviera abierta? ¡Vale! Podía ser, pero me preocupé por si Meteora estaba bien. ¡Y de ninguna manera lo estaba! ¡Principalmente, porque no estaba siquiera! Sólo ví la ventana abierta, la cama destartalada, en suelo lleno de las cosas de Meteora y lo que parecía sangre. Grité, y no sé si fue por inercia, reflejo ó por necesidad urgente de desahogar ese pánico que me llegaba hasta las pestañas y me quitó el sueño y cansancio con una velocidad de carrera, pero grité. No supe qué hacer. Mi cerebro, una supuesta “máquina” perfecta que jamás falla y siempre está preparada para todo, se volvió una cosa más inútil y estúpida que un cero a la izquierda, eso me sentí; un cero a la izquierda frente a la desaparición de su pequeño ‘zerito’ a la derecha, algo más útil y que aumenta cualquier cifra. De repente, al ser su habitación la más próxima a mi posición, llegó Festivia con cara somnolienta y de preocupación. Cuando vio el destrozo, lo entendió todo. Se puso a llorar, tratando de consolarse en mí. ¡Y vaya punto de apoyo que se buscó! Yo ya estaba arrodillada en el suelo con la mirada perdida y el alma en dos. Apareció Globgor al momento. Me vio y se acerco a la puerta. Al igual que Festivia, lo entendió todo. Me ayudó a levantarme. Claramente, por dentro estaba atacado de los nervios, pero él fue más inteligente que yo y, para no aumentar la tensión y la preocupación que el momento provocaba, sólo nos llevó a Festivia y a mí a nuestra habitación, para dormir los tres juntos. Y yo, como a quién le da un ataque de alzéhimer, seguía callada, destrozada mental, psíquica y emocionalmente. En menos de un cuarto de hora, había perdido a la persona que más había logrado influir en mí. ¿Dónde está mi hija? Me lo preguntaba y me lo pregunto. Ojalá esté bien. Lo siento, pero no puedo escribir más. Emmett y Saeena ya lo saben y vienen para ver cómo estamos. Quiero recibirles, quizá no con una sonrisa, pero por intentar que no quede. Adiós.
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❤ El Diario Perdido De Eclipsa Butterfly ❤
Romance🌹 ¿Cómo puedes enamorarte de alguien sin más? ¿Es acaso posible? Pero también he de decir que no sé ni siquiera cómo nace el amor. Supongo que aparece en nuestra vida y es difícil de apartar, ya que, en la mayoría de ocasiones, el amor se presenta...