Samantha

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Que puedo decir de la bella Sam, era una niña única, siempre sonreía. Se le podía ver todos los días sentada en el cementerio desde que salía el sol, hasta que la noche hacía presencia. Diario con un vestido blanco y un moño vino atado a la cintura.

Yo fui la única que llego a conocerla y entablar una conversación de más de 4 horas con ella, a pesar de tener una hermosa sonrisa era muy reservada y nunca hablaba de sus padres.
Un día vi como una carroza negra entraba al cementerio, de ella bajó una señora con un vestido negro y un velo del mismo color que cubría completamente su rostro, después de eso ella caminó unos cuantos pasos y se detuvo justo frente a la tumba en la que Samantha solía estar sentada. Ella se agacho y con un pañuelo limpió la roca de la tumba, justo dónde una placa metálica reposaba, la señora dejó un rosa blanca, un libro, y se marchó.

Desde ese día no volví a ver a Sam, después de dos años ya nadie recordaba esa chica de ojos negros profundos del cementerio. Yo de vez en cuando veía a la misma mujer ir a la tumba y dejar una rosa blanca. Esta vez esperé hasta que se fuera y me acerque, mi sorpresa fue grande al ver que en la placa de plata estaba grabado el nombre de Samantha Flores y unas letras que no entendí.

-Samantha... siempre sonríe.

-Samantha... nunca habla.

-Samantha... no sufre.

-Samantha... vive en el cementerio.

-Samantha... lleva 12 años muerta.

-Samantha...murió en un incendio.

Samantha...

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