Se encontraba en su departamento desayunando dispuesta a comenzar con el pie derecho. Acababa de comenzar otoño, su estación favorita, y al parecer su vida marchaba bien hasta el momento.
Salió de la planta que abarcaba su departamento y bajó las escaleras con rapidez y una gran sonrisa, llegando así a la salida.
Buscó su auto en el estacionamiento y subió en el para así dar marcha al vehículo.
Llegó a su trabajo y se registró, dando inició a su jornada laboral.
* * * * *
El reloj de su pequeña mesa de trabajo marcaba las 10:30 pm. Eso solo podía significar una cosa. Si, el horario de salida.
Condujo hasta su casa y se adentró soltando un cansado suspiro.
Al encender las luces se percató de que todo su hogar estaba de cabeza, pero lo que más le dolió fue ver todos sus libros quemados y con las hojas arrancadas.
Se sintió furiosa y salió de su departamento llorando, no se dió cuenta de cuándo entró al cementerio hasta que se tropezó y se golpeó la cabeza con la esquina de una lápida.
–¡Ouch!– Se escuchó, pero no fue Tamara la que lo dijo– ¡Fíjate por donde corres!
–Perdón no me di cuenta–se disculpó inmediatamente.
La persona ahí presente solo la observó detenidamente analizando sus movimientos.
–Hola, soy Tamara–Extendió su mano para saludar a la niña que se encontraba frente a ella.
–Samanta–Se presentó y correspondió el saludo.
–¿Y qué haces aquí?–interrogó al darse cuenta de la corta edad de la niña.
–Salí a caminar un rato... ¿Y tú qué haces corriendo por el cementerio a éstas horas de la noche?
–Alguien entró a mi casa y destruyó todos mis libros...
–Eso es triste, yo tengo libros en mi casa, tal vez te los pueda prestar–Sonrió la niña.
–Eso sería muy lindo de tu parte– Tamara correspondió a la sonrisa.
–Entonces espera un poco, en seguida te traeré uno.
–Vale, aquí te espero.
No supo bien si el carisma de la pelinegra la atrapó y le hizo confíar pero la espero, vió como la niña se alejaba hasta desaparecer en el portón de entrada y reaparecer 10 minutos después.
-–Aquí está, cuídalo mucho, es uno de mis favoritos– Le entregó el libro de pasta azul con letras doradas– Ya me tengo que ir, mi mamá me está hablando para cenar.
–Nos vemos, mañana te lo regreso.
–Sí, hasta mañana.
La menor salió corriendo y Tamara solo se quedó hipnotizada viendo la portada de aquél delgado libro.
A día siguiente oyó gritos y vió muchas personas correr con vales de agua en dirección a la casa que se estaba consumiendo en llamas, no pudo aguantar su curiosidad y al acercarse se dio cuenta que era la casa de la niña que le prestó el libro la noche anterior. Un sentimiento de tristeza la invadió totalmente al escuchar que la niña fue hallada con quemaduras por todo el cuerpo, estaba muerta.
Esa misma noche Tamara tuvo sueños muy raros en los que la niña le encargaba que cumpliera con misiones que ella no pudo hacer mientras estaba con vida, y fue así como Tamara dejó su vida para poder cumplir los deseos de la niña.
Doce años después regresó al cementerio, traía un vestido negro y su cara estaba cubierta por un pañuelo del mismo color, dejó una rosa negra sobre la lápida y el libro que la niña años atrás le había prestado, después de sonreír débilmente se marchó sin decir una sola palabra, ahora su vida había cambiado, pero no se arrepentía de haber conocido a la niña.
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Cuentos cortos de terror
Mystery / ThrillerAquí podrás encontrar pequeñas historias que se entrelazan, no cualquiera sabe descifrar lo que entre las letras se esconde. . . . -𝓒𝓱𝓮𝓻𝓻𝔂