Cuentos cortos de terror

Elizabeth

Sonríe, juega, es feliz. Ignora todo a su al rededor, ignora la lluvia, ignora las nubes grises que sobre su cabeza se forman, lo ignora porque sabe que pronto llegará su final, el mismo final que sus padres.

-¿Por qué?-le pregunta la persona que la observa desde pequeña.

-Sé que hoy es el día, y prefiero morir con una sonrisa a morir en agonía-le responde mirando al cielo, poco después la mira-cuando llegue el momento...quiero que tú seas quién lo haga.

-No tengo permitido hacer eso-desvía la mirada. Ella se negaba a hacerlo, se negaba a perder a su única amiga, se negaba a perder a su primer amor.

-Si tu no lo haces lo hará alguien más, prefiero que seas tú-sonrió con ternura y la vio directamente a los ojos.

-De acuerdo-suspira y cierra los ojos-lo haré pero...-sintió unas cuantas gotas calientes estrellar contra su cara, al abrir sus ojos pudo verlo, la cabeza de su amiga yacía en el piso, mientras su cuerpo degollado caía en dirección contraria.

-Déjame decirte que jamás existirá un felices para siempre-rió la joven que hace unos minutos había irrumpido en la habitación y miró el cuerpo de la chica que poco a poco se desangraba-las personas como ustedes me dan asco.

Desapareció dejando a una chica que sorprendida observaba a su amada. Pero ella pudo notarlo, su rostro no reflejaba dolor, sino tranquilidad.

-Creo que después de todo si lograste lo que querías Elizabeth...

"No sufriste al morir"

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