—Intentare no demorar— dice el rizado, mientras deja un besito sobre sus labios.
—Los niños van a extrañarte, Joel. Es sábado— habla la castaña con los brazos cruzados, apoyándose sobre el marco de la puerta principal.
—Lo se cariño, es un negocio grande y hay que trabajar— responde caminando hasta su auto.
—¿Quieres que les diga eso?— grita con una sonrisa.
—Diles que su padre los ama, y que volveré con pizza para cenar— le envía un beso, subiendo a su vehículo.
Después de despedir con la mano a su esposa, emprende un viaje sobre la carretera, donde el inmenso tráfico lo detiene por largos ratos.
Toma una ruta alterna, que lo hace adentrarse al viejo camino, en un tiempo récord.
Sus manos sudan contra el volante, cuando inmensos árboles lo rodean.
—Ya eres un adulto Joel, puedes superar esto. Es una tontería que estás imaginando, nada malo sucede— repite en voz alta.
Su corazón recupera su ritmo normal, con forme va alejándose de su ciudad.
El motor hace ruidos extraños, y de la nada el auto se apaga.
Vuelve a darle marcha, pero no consigue encenderlo de nuevo, así que con un poco de inercia lo acomoda a un lado de la carretera.
Choca su frente contra el volante, porque a penas y tiene un par de horas para llegar.
Toma su billetera, y su móvil, para salir del auto.
Se pasea por la orilla, intentando hacer una llamada a su secretaria, pero no hay señal.
Recorre visualmente todo su alrededor, y se detiene al ver el enorme letrero que está a sus espaldas.
Avenida 240.
Una fría sensación bajo por su espina dorsal, junto con unas ganas inmensas de hacer pipí.
Tal como la última vez.
Sus instintos le ordenan que se adentre para que nadie lo vea orinar, y él los obedece.
Camina cuidadosamente entre las ramas, con cuidado de no manchar su traje o sus costosos zapatos.
Gira en un árbol, que lo encuentra particularmente bueno.
No demora demasiado, al terminar, sube su cremallera, acomodando su camisa dentro de su pantalón.
—Creí que ya no volverías— escucha una voz, cerca.
Da la media vuelta, y vuelve a ver aquella particular silueta, que se encontró la última vez que orino ahí.
Algo cambia, y es que, lo encuentra jodidamente bonito, y que decir de su preciosa figura.
—Soy Erick, ¿Me recuerdas?— se acerca, lentamente.
—Tu no eres real— niega observando su recorrido.
—¿Seguro? Si no fuera real, ¿Como explicas que pueda hacer esto?— murmura besando sus labios cortamente.
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Avenida 240 ¡! Terminada
FanfictionErick solo necesita, que alguien le ayude a liberarse de su hechizo.