Capítulo 4

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Flashback

Erick era el hijo más pequeño de los cinco que había en la familia. Siempre fue considerado y tratado como una chica por parte de sus hermanos mayores, siempre dándole las órdenes de lavarles, cocinarles y todas aquellas labores del hogar, que supuestamente no podían hacer por el trabajo.

Era explotado, incluso en ocasiones tenía que cocinarles a los otros chicos de la fábrica donde laboraban sus hermanos, y lo peor era que regularmente el dinero no le alcanzaba.

Diario iba a la fábrica a dejar la comida, atravesandose con tipos que se burlaban de él por ser tan "femenino". Bueno, casi todos.

Un chico, el mejor amigo de su hermano mayor, él parecía ser tan diferente a los otros, como una pepita de oro entre tanta tierra.

Su nombre era Christopher. Siempre hacía cosas para hacerlo sentir mejor, después de las humillaciones que hasta sus hermanos le hacían.

Cada que podía se escapaba, para acompañarlo de regreso a su hogar, mientras conversaban de sus vidas o sus planes de como harían para salir juntos.

Durante un largo tiempo, la rutina era la misma: Christopher lo acompañaba, a veces lo besaba por largo tiempo, a veces tocaba su cuerpo, cosa que a Erick jamás le molestó.

Una tarde, lo invito a quedarse un poco más de lo habitual, porque creyó estar listo para entregarse físicamente a él, pues su corazón desde cuando se lo había obsequiado.

Cuando estaban sobre la cama, besándose, y la ropa impactandose contra el suelo, la puerta de la habitación se abrió: dejando apreciar a cuatro sujetos.

Los gritos estallaron en la habitación, insultos y otros cuantos golpes. El llanto del menor iba en aumento, cuando sus hermanos comenzaron a golpear a Christopher de manera precipitada.

Creyó que sería un novio común, de esos con los que pasas buenos momentos y luego se separan. Algo así como el primer amor, que te prepara para el verdadero y definitivo.

Por su pequeña mente nunca paso que las cosas terminarían tan mal.

El cuerpo sin vida de Christopher, termino en un feo canal de aguas negras.

Esa misma tarde, sin dejar tan siquiera que terminara de vestirse, lo sacaron a empujones de su casa, rumbo a la de la vieja vecina que era muy reconocida por hacer hechizos. Aquella vieja anciana era una bruja.

Amarraron con cuerdas sus delgadas manos a un árbol grande que quedaba cerca a su casa. Y ahí lo dejaron para que cumpliera su condena.

Aquel malvado mal que había caído sobre él, consistía en ser prácticamente un sujeto eterno pero no 100% visible a los demás, lo cual se volvería horrible por no poder abandonar aquel viejo árbol. Las cuerdas ya no lo ataban físicamente, pero aún así no podía escapar de ahí.

Su única salvación sería, una persona que de verdad lo quisiera. Una especie humana capaz de sanar sus heridas, y quedarse con él hasta que cicatrizaran. Solo alguien que se enamorara de él.

Al ver que la situación era imposible en aquellos tiempos, sus hermanos consideraron que era un buen castigo. Fue una lastima para ellos, envejecer y morir, pues no verían su sentencia llevándose a cabo.

Avenida 240 ¡! TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora