redes de apoyo y sororidad

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Al momento de saber de mi embarazo, que intuía, por lo que pude detectarlo al poco tiempo, tomé la decisión inmediata de abortar. Aunque luego de un par de horas, me detuve a pensarlo bien, ya que quería cerciorarme de que no fuera el pánico de la situación el que me llevaba a tomar la decisión.

Lo pensé y no, no existía en mí la posibilidad de sobrellevar un embarazo, parir, criar…etc. Además, porque debía de algún u otro modo, enfrentar las consecuencias sociales de vincularme desde el poliamor y estar embarazada.

Conocía algunas experiencias de aborto cercanas, pero volví a ellas, a mis amigas y redes para prepararme. Esperé el tiempo que me aconsejaron, ya que tenía sólo tres semanas y al parecer el aborto sería más afectivo desde la quinta semana de embarazo.

En ese tiempo decanté la situación a mi manera, riendo, bromeando, disfrutando que aún me sentía bien porque tenía en cuenta que el aborto no era necesariamente suave y, que luego de hacerlo, debía recuperarme, quizás haciendo reposo o disminuyendo mis actividades diarias.

Una semana antes de la fecha que había escogido, al organizar mis tiempos y energías, comencé a alimentarme mejor de lo habitual, aumentando la dosis de frutas, verduras y legumbres y evitando el café, alcohol, azúcares y tabaco. Prioricé lentejas, piña, naranja, pera, kiwi, zapallo, manzanas, cebolla, ajo, espinaca, quinoa y pescados.

El día del aborto desperté sin apuro, desayuné frutas, cereales y yogurt y, luego de un rato, puse las 4 misotrol sublingualmente (12 hrs antes había tomado vía oral la mifepristona). En ese momento me encontraba sola y tranquila, ya que mi compañero, quién estaría conmigo durante el proceso, había salido a comprar algunos alimentos para cocinar. Las pastillas hicieron efectos a los 15 min aprox, comenzando a sentir náuseas, algo de fiebre y malestar en el útero. A la media hora no pude seguir estando acostada y tuve que pararme al baño, ya que sentí que mi estómago se desprendería en una diarrea eterna.

En el baño tuve mucha diarrea y comencé a notar el comienzo del sangrado que suponía era efecto de la mifepristona que había ingerido 12 horas antes y, que en algunos casos, produce leves sangrados. Al rato de estar en el baño comenzó el vómito, el estado febril se agudizó, tiritando y sudando al mismo tiempo (tuve que sacarme la ropa y apoyar mi cabeza en las piernas), y comenzaron los dolores uterinos más fuertes. Instintivamente me apreté el abdomen como forma de aliviar los dolores, sin saber que eso ayudaba al desprendimiento del embrión.

Mi compañero ya se encontraba en la casa y estaba atento a mis sentires, preguntándome de vez en cuando cómo iba todo y qué necesitaba. Preferí que fuese así, estar sola en el baño, en silencio y concentrada en lo que iba sintiendo.

Creo que una gran ayuda fue la confianza y todo lo que me conocía mi compañero, que fue capaz de leerme sin mucho diálogo de por medio, ya que los dolores y el estado febril me demandaban mucha concentración para sobrellevarlos.

Fue intenso y doloroso, el malestar era muy generalizado, más allá de los dolores uterinos la fiebre, el calor, el frío y el asco me tenían cerca del desmayo (cosa que no deseaba).

Según las experiencias que conocía, mis períodos de dolor, que fueron dos con las mismas características, no fueron largos. El primero que comenzó media hora después de haber puesto las pastillas, duró cerca de 40 minutos y los pasé en el baño. Posteriormente tuve un período de 20 minutos donde pude recostarme con un guatero de agua caliente y donde pude reponerme un poco, ya que el segundo periodo de dolor intenso también lo tuve que pasar en el baño y duró los mismos 40 minutos del primero.

Al terminar el segundo periodo de dolor intenso me recosté, intenté hidratarme (durante los dos periodos que pasé en el baño me sentí muy deshidratada, con la boca muy seca, por lo que debía pararme a beber agua del lavamanos) y comer algo, aunque no pude ya que aún sentía algo de náuseas. Ya eran cerca de las 3 de la tarde, estaba cansada y me quedé dormida en compañía de mi gata sin percatarme.

Dormí muy profundo y al despertar, casi sin dolores, fui al baño notando mayor sangrado y algunos coágulos mayores, además de parte del saco gestacional. Me habían recomendado revisar lo que iba botando en el baño, pero no fue posible ya que la diarrea fue muy intensa y me impedía revisar.

Eliminar lo que supuse era el saco, sentirme mucho mejor y poder hacer reposo, compartiendo con mi compañero y un amigo que fue a vernos, me hizo sentir un gran alivio e intuir que todo había salido bien.

Hice reposo dos días, donde tuve dolores de útero parecidos al menstrual, donde procuré alimentarme bien, evitar los consumos antes mencionados, hacer cama, descansar, leer y comenzar a recuperarme. Tuve la compañía de una amiga y su hijita, quienes me cocinaron y cuidaron al día siguiente del aborto, con quienes también conversé y me divertí a modo de poder distraerme.

Desde el día lunes hice mi rutina semanal normal, incluyendo trabajo en oficina, traslados, etc., sintiendo un poco más de dolor y sangrado, lo cual duró en total unos cinco días, momento en que volví a eliminar lo que creo también era parte del saco gestacional (tenía textura y consistencia similar). Desde ese momento los dolores y sangrado prácticamente dejaron de existir, “goteando” solamente los días posteriores.

A las dos semanas de haber realizado el aborto acudí a un doctor que contactaron redes de mujeres feministas, que era de confianza y que conocía mi situación. Él se percató que todo estuviese bien y que el embarazo había terminado sin complicaciones, lo cual fue un gran alivio, ya que más allá de casi tener la certeza de que todo había salido bien (ya no me sentía embarazada, ni náuseas ni dolores de mamas seguían estando presentes en mi cuerpo –a pesar del poco tiempo de embarazo sentí síntomas en las mañanas de esas semanas-), en algunos momentos dudaba, a partir de que el sangrado no fue tan abundante, a que fue “corto”, a que los dolores no fueron tan terribles, etc.

Finalmente nos damos cuenta que todos nuestros cuerpos son distintos, por lo que todos los abortos también lo son, influyendo mucho en este proceso nuestros momentos personales, el cómo nos preparamos, nuestra alimentación, decisión, tranquilidad y compañía, cómo nos informamos y cómo nos nutrimos y aprendemos de nuestras compañeras y sus vivencias.

Mantener redes de mujeres, compañeras feministas, es clave para sobrellevar con tranquilidad, apoyo y sororidad un momento que, más allá de ser “terrible” o
“importante”, involucra nuestros cuerpos, su integridad y nuestras emociones-sensaciones.

Debo decir que a través de ellas conseguí las pastillas rápidamente, a un precio muy consciente, tuve mucho cariño y apoyo y logré atenderme con un doctor de confianza, sin el miedo a “ser descubierta” o a que te miren raro o feo.

Tenemos mucho saber y sabiduría, y existen plantas y alimentos que también nos la brindan, ¡compartámosla!

Anónima.
Valparaíso, Chile.

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