el dolor es parte de la vida

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Las pasiones no saben de moral
Las pasiones no saben de moral
Las pasiones no saben de moral

Desde muy pequeña supe que no quería ser madre, aun así, la relación con ese ser nunca fue de enemistad, dialogué con ella/él muchas tardes, le pedí que volviera a la inmensidad de la nada, porque no era mi deseo compartir nuestros tiempos. Nuestra relación, nunca fue moral, nunca me sentí terminando con una vida, sino más bien extendiéndola hacia otro estado, nunca me sentí asesina, hasta que claramente, el exterior me lo hizo saber, estableciendo trampas y miedos para no llevar a cabo el aborto.

La información estaba disponible por todos lados, las pastillas no fueron difíciles de conseguir… Uno de los errores que cometí fue no contar bien las fechas, pues si bien yo supe el momento exacto en que quedé embarazada, la cuenta oficial se debe hacer partiendo del primer día de tu última menstruación. Este cálculo era necesario también para saber con qué fecha debía tomarme las pastillas. Yo quedé embarazada casi al final de mi ciclo, por lo que las fechas se me confundieron.

Tenía dos meses de gestación cuando aborté, fue doloroso, las contracciones más fuertes, se extendieron por más de 3 horas. Me hice más fuerte, me hicieron conocerme. Esto no quiere decir que para todas sea igual, nuestros cuerpos y experiencias son diferentes. Boté el saco y me despedí de aquel ser dándole gracias por los aprendizajes.

A los 10 días, me dio una infección, tuve fiebre por más de 12 horas, acudí a un hospital con miedo, allí no hicieron mucho más que tomarme la temperatura, la presión y hacerme preguntas, las cuales preferí no contestar. Al ver que la fiebre disminuía, decidí volver a mi casa. Mi cuerpo con descanso y bastante hidratación,
pudo curarse por sí solo.

Hasta el día de hoy, sigo sangrando, ya van 45 días post aborto, estoy vaciándome, botando y a la vez sanando.

Abortar para mí, fue una experiencia dual, por una parte me encontré con una red de apoyo compuesta por mujeres sabias y fuertes que supieron guiarme,
acompañarme y también dejarme sola cuando lo necesité y por otro lado está el dolor físico que llegué a sentir, el cual sobrepasó los límites que antes había conocido. Pero el dolor es parte de la vida, como así también las decisiones.

Fernanda Martínez.
Santiago de Chile.

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