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Ruth

-¿En dónde carajos te habías metido? Llego a casa y la primer noticia que tengo es que te has desaparecido por la mañana. –El padre de Ruth estaba bastante preocupado por ella, temía que corriera el mismo destino que su madre.

-Tranquilo padre... Necesito hablar contigo.

Adrien la siguió hasta su habitación, ambos se sentaron en la cómoda cama, un gran vacío comenzaba a extenderse por toda la habitación, Ruth no sabía cómo decirle a su padre todo lo que había pasado ayer por la noche y lo de esta mañana.

-Ayer... Dean me invito a cenar, estaba muy desconsolado hacia un par de horas se había enterado que eliette lo había engañado con Thierry –Adrien se llevó las manos a la frente, nunca levanto la vista hacia su hija, así que Ruth siguió – Yo salí molesta del restaurant a reclamarle a esa zor... el punto es que trate de buscar a Dean pero no lo logre, esta mañana lo volví a hacer, fui a la esquina de Rue veron, una chica del prostíbulo dijo que los guardias lo habían sacado de ahí a golpes, ella creyó que estaba muerto, pero no hay ninguna paradero sobre él.

Sin decir una palabra Adrien salió de la habitación, Ruth decidió quedarse ahí, sabía que su padre estaba tratando de asimilar la información, ambos eran muy buenos amigos, casi como hermanos. Se echó para atrás dejando su cuerpo reposar sobre las suaves sabanas de seda. Sus ojos se cerraban mientras el sueño recorría su cuerpo.

La mirada de Ruth se posó en el reloj de la esquina, tenía menos de una hora para alistarse, corrió rápidamente a la regadera, sumergiendo su perfecto cuerpo en la cálida agua. El olor a lavanda estaba tan presente por toda la habitación. Cuando salió de la tina de baño se puso enfrente del gran armario, eligió un vestido negro. Seco su pelo lo más rápido que pudo, con una fina capa de maquillaje y labial rojo se veía perfecta. Su cabello ondulado caía sobre su pecho. Los tacones que había elegido la hacían verse un tanto alta.

-Mademoiselle, ils vous appellent dehors.

- Merci, maintenant je pars. Est-ce que mon père est à la maison?

-Non, il a quitté la maison il y a plus d'une heure.

Ruth asintió mientras tomaba una pequeña cartera. Con pasos lentos llego hasta el elevador, notaba como sus manos temblaban cuanto más bajaba el elevador. No dejaba de tragar saliva hasta que las grandes puertas se abrieron, Jerome se encontraba de pie esperándola.

-Esta noche, tendré quien me lleve... por que no descansas un poco.

-Su padre dijo que la acompañara a cualquier sitio que fuera. –joreme la miraba con nerviosismo.

-Está bien...–contesto de mala gana

Las puertas de la mansión se abrieron dejando una vista impresionante. Un coche de color negro estaba estacionado enfrente, alado de él se encontraba silvan, se veía más atractivo que nunca. Para Ruth era un hombre bastante interesante y atractivo, su larga estatura, su estrecha espalda, sus ojos imponentes y ni hablar de sus rosados labios.

-¿Lista para una larga noche? –la risa de silvan brillaba más que la última vez.

-¡Estoy lista! –dijo Ruth mientras alzaba las manos.

Silvan la ayudo a subir al coche, el delicioso aroma que dejaba Ruth a cada movimiento lo volvía loco, sus suaves manos rozaron su cuello desnudo, su piel se estremeció al sentir aquel contacto. El coche comenzó a avanzar con lentitud, las calles de parís tenían una luz increíble, el aire pegaba los delgados brazos de Ruth, no sabía exactamente a donde la llevaría silvan pero una gran carga de adrenalina estaba estancada en cada parte de su cuerpo. Quizá la llevaría a cenar a algún restaurant para después sentarse a hablar en una fuente. Pero no fue así, la cara de Ruth se puso pálida cuando vio el sitio que tenía enfrente, el gran club de minuit. Cientos de chicos estaban formados, la fila rodeaba todo la calle. Su corazón latía a una velocidad máxima, silvan no dejaba de mirarla, le acusaba gracia pero a la misma vez ternura.

La MascaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora