Inverno Rojo || One shots BuckyNat / WinterWidow

Manías

Disclaimer: Ni la canción, ni Bucky, ni Natasha me pertenecen. Solo la historia.

"Si te llevaste tanto en solamente un día, 

no te costaba nada cargar con tus manías, se te olvido el aroma y el eco de tu risa, 

se te olvidó llevarme pedazo de mi vida ..."

James Buchanan Barnes volvió al último lugar al que pensó que regresaría en su vida. El apartamento en San Peterburgo estaba tal y como él y Natalia lo habían dejado aquella noche en que la KGB los había capturado. Era demasiado doloroso estar allí, pero no tenía a dónde más volver. Sam le había dicho que quería que fuera su compañero de batalla ahora que Steve le había pasado el escudo. James le dijo que lo pensaría porque no estaba seguro de volver a un lugar al que ya no pertenecía. El sargento Barnes, fiel acompañante del Capitán América había muerto al caer del acantilado en 1945 y ahora solo quedaba una coraza que no podía reconciliarse con Bucky.  Durante el tiempo que pasó en Wakanda y conforme fueron borrando las palabras con las que despertaban al soldado del invierno fue sintiéndose un poco más como el amigo que Steve esperaba, pero esa persona nunca volvería del todo. James Buchanan Barnes se había fusionado con lo que Hydra había querido y aún le costaba aceptar ese hecho, sobre todo porque la única persona que lo entendía ya no estaba: su Natalia.

La noche huele a ausencia,

La casa esta muy fría,

Un mal presentimiento,

Me dobla las rodillas

Te busco en el espacio,

De mi angustiada prisa,

Y solo encuentro rasgos,

De tu indudable huida.

La noche caía y la ausencia de ella se sentía en todos los lugares de la casa, ahora fría y sin vida. Se arrepentía tanto de no haberle dicho que recordaba todo, que su James estaba allí y que podría protegerla de lo que viniera para ellos. Y por cobarde, había perdido todo.

Caminó por el apartamento reconociendo todos los objetos que estaban allí. Algunas armas escondidas en los lugares más insospechados, montones de tarros vacíos de mantequilla de maní que comían ambos cuando no tenían nada que hacer, unas zapatillas de ballet roídas descansaban en un sillón y el único retrato que tenían de ambos se mostraba imperturbable sobre el librero que contenía montones de libros en varios idiomas.

Tomando la foto entre sus temblorosas manos, James se dejó caer de rodillas al suelo.

—NATALIA, MI AMOR — gritó a la noche vacía derramando las lágrimas que tenía guardadas por más de 15 años. Buscaba en la casa por inercia algo que pudiese quedar de ella, algo que la trajera de vuelta, aunque sea por algunos minutos. Se levantó sin dejar de temblar y comenzó a recorrer el espacio con angustiada prisa y no había nada que pudiera regresarle el alma al cuerpo. Solo quedaban los rasgos de la indudable huída que había provocado la KGB hacia tantos años.

Flashback

La risa de Natalia llenaba el apartamento mientras James la perseguía. Ella en bragas y la sudadera de él, mientras James en pantalón trataba de recuperar su sudadera.

— ¡NATALIA! Devuélveme eso ahora mismo, ¿no ves que hace frío?— el soldado intentaba mantenerse serio pero no podía, la imagen de su pelirroja en su sudadera era lo más tierno que recordaba haber visto en su vida.