❝ Jeongyeon estaba tan enamorada por lo tiernos que eran los conejitos. Unas criaturas tan bonitas de nariz rosita, orejas largas y un hermoso pelaje tan suave como el algodón. Desde niña siempre había querido uno, pero sus padres no podían permitír...
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Jeongyeon ya no sabe qué hacer con los nubarrones de pensamientos que giran alrededor de su cerebro durante todo el día. Lo curioso es que nunca le había pasado algo igual. ¡Ni siquiera cuando estaba almacenando un millón de información para sus exámenes finales! ¡Era todo tan jodidamente confuso que estaba planteándose la idea de pedirle ayuda profesional a alguien, no era normal que algo así le este pasando ahora!
Le era tan difícil hacer las cosas que anteriormente hacía sin ninguna complicación. Principalmente porque la razón de su desgracia, sufrimiento y confusión se encontraba alrededor suyo todo el tiempo. Merodeando como un ratón en busca de un pequeño queso en la mesa de la cocina. Jeongyeon se sentía patética por dejar afectarse de esa manera por una cosa tan mínima que no creyó volver a sentir en mucho tiempo.
Sí, señores y señoras. Yoo Jeongyeon, la muchacha de personalidad dudosa con un magnífico cabello empezaba a tener sentimientos por su compañera. Era un poco extraño encontrarse en esa situación otra vez, incluso cuando se había resignado a darle sus sentimientos a otra persona. Pero ciertamente, todavía no estaba segura del nivel de atracción que tenía con Nayeon. Habían pasado de ser "dueña y mascota" a "compañeras" y de ahí ya no tenía idea de lo que le depararía el futuro.
Esto era peor que comer sopa con tenedor.
Cada vez que intentaba mantener la calma y ordenar el desastre en su mente, la chica aparecía poniendo todo su mundo de cabeza. Era como si el destino se la pusiera en frente cada vez que se hacía las ideas de que no le gustaba realmente y era una pequeña atracción que acabaría en cualquier instante. ¡Sin olvidar que su mejor amiga estaba insoportable! Jeongyeon se rehusaba a contarle cualquier cosa sobre su compañera, temiendo desatar un desastre. Uno más grande del que tenía en casa. ¿Cómo diría que siente una atracción por su mascota la cual es un híbrido y casualmente es su pareja fingida? ¡Parecía la trama de una novela del Medio Oriente!
La mayor se tira de espaldas en su cama largando un extenso suspiro que se llevó parte de su alma. Se sentía cansada mentalmente de tanto revoloteo por un pequeño y ridículo sentimiento. No había podido dormir bien desde el día de su presentación, la cual fue hace cuatro días atrás. Desde ese momento se dio cuenta de muchas cosas de las cuales prefería no haber pensado si se iba a poner en este tonto plan.
Número uno: Le gustaba su conejo híbrido que puede convertirse en una persona.
Número dos: Nayeon siempre hacía lo imposible para ponerla nerviosa.
Número tres: Lo mismo que el número uno.
Por otro lado, Nayeon se centraba en admirar su pequeño cactus de nombre Yoyo. Su dedo índice se posaba sobre las pequeñas pero no peligrosas espinas de la pequeña planta mientras los suspiros salían de su boca uno tras otro y se le escapaba una que otra pequeña risa. Ya no podía soportar la misteriosa tensión que se propagaba por la casa cada vez que se encontraban en cualquier lugar. Por primera vez, tuvo curiosidad de las cosas que pasaban por la cabeza de la mayor. Tenía la ligera sospecha de lo que pasaba y estaba muy segura de la razón, aunque lo viera como una improbabilidad.