Prólogo

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Regina McClane

Estaba lista más que lista para tomar el control total de lo que por ley me pertenecía, tenía los conocimientos necesarios para hacerlo porque así me había educado mi padre siempre me decía que el mundo era para los fuertes, para los que trabajaban duro día a día por lo que querían. Que las oportunidades no caían de cielo que hay que salir al mundo y buscarlas y que si eres débil y te enamoras pierdes.

Por eso yo estaba hecha para moverme en un mundo de hombres donde el sexo femenino era menospreciado, pero yo había cambiado aquel pensamiento de mentes abstractas.

Muchos decían conocerme, pero no era así a la corta edad de 16 años me había ganado el título de la siguiente McClane despiadada había aprendido del mejor mi padre.

El me había instruido, me había forjado del roble más fuerte y yo había aguantado todo sólo para poder tener lo que por ley me pertenece el imperio McClane.

Pero como dicen por ahí "el Demonio juega sucio" y mi padre era un gran demonio por eso había movido tan bien sus cartas y estipuló en su testamento  aquella estúpida condición para lograr acceder a todo lo que era mío.

¡Y una mierda!

Sólo quería fastidiarme la vida hasta desde la maldita tumba, pero no lo permitiría, si guerra quería pues eso le daría. Si había aguantado hasta el día de hoy todo lo que me ha tocado vivir quien dijo que no era capaz de salir de esta.

William
El fastidioso celular no dejaba de sonar, la mujer que me acompañaba se removió apretando más su agarre como si yo fuera su más valioso tesoro, no sabía que hacía aún en mi cama, pero no era el momento de reclamar tenía que contestar el teléfono.

Me deshice del agarre de Charlotte y mire la hora en el celular que había callado su insistente sonido 3 de la madrugada fruncí el ceño el aparato no tardó en volver a sonar y descolgué la llamada.

-Señor Thomson disculpe la hora se que es tarde allá, pero era mi obligación llamarlo el señor Wilson me dijo que cualquier cosa lo contactara a este número- aquellas palabras llamaron mi atención había decidido dejar mi pasado atrás y eso incluía a mi hermano del cual tenía años sin saber - vera señor Thomson el señor Wilson murió en horas de la madrugada y como usted es su único pariente tiene que hacerse cargo de todo.

¡Mi hermano había muerto!

La línea se quedó en silencio y sabía que la persona al otro lado de la línea estaba esperando mi respuesta por lo que me obligue a reaccionar y preguntar la dirección a la cual yo tendría que ir, corte la llamada con un "ahí estaré" y cerré dejándome caer en la cama.

Sentí las manos de Charlotte en mi torso desnudo seguido de sus labios en el lóbulo de mi oreja no estaba para sus coqueteos mi cabeza estaba hecha un caos.

-Quiero que te vayas en este momento de aquí- dije poniéndome de pie para dirigirme al baño - espero no verte cuando salga.

Dicho esto cerré la puerta y me introduje en la ducha tenía que pensar debía volver a donde jure no hacerlo tendré que ir a New York.

Marido por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora