Capítulo 1

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Regina

Problemas

Lo sé Richard no tienes que estar todos los días recordándome la última voluntad de mi padre sé que tengo que casarme y lo haré sólo dame algo de tiempo.

—Eso es precisamente lo que no tienes Regina tiempo... un mes, un mes es el tiempo estipulado para que contraigas matrimonio y puedas reclamar la empresa y todas las demás propiedades
¿acaso tengo que recordarte todo lo que perderías si no llevas a cabo un matrimonio? Corres el riesgo de que Federico se quede con todo ¿es lo que quieres?

La mirada que le di a Richard fue más que suficiente para que cerrará la boca de una vez y por todas sabía a la perfección cuáles eran los riesgos, pero tampoco podía aparecer casada de un día para otro.

—Lo solucionaré me conoces y sabes que lo haré, pero tengo que pensar dame tiempo y en cuanto tenga algo te aviso.

Dije abandonando el despacho y subiendo a mi habitación ya habían pasado varios días y tenía que poner manos a la obra.

Me duche y tome de mi vestidor uno de esos tantos trajes de tres piezas ejecutivos para nada femeninos, pero que para mí eran perfectos.

Salí de casa y conduje directamente a la casa de Elizabeth, la única que me podía ayudar en estos momentos era ella. No podía o más bien no tenía en quien confiar ella era la indicada. Era la dueña de una de las casas de acompañantes más prestigiosas y era amiga de la familia de muchos años desde que tengo uso de razón la eh visto en nuestro circulo.

—Regina querida que gusto tenerte por aquí, no te negaré que me sorprende que estés aquí en mi humilde casa.

—Elizabeth querida ¿cómo estás? —respondí a su saludo. Aquella mujer lucia espectacular con ese cabello rojo fuego que le quedaba de infarto, vestía de marca de pies a cabeza irradiaba seguridad, educación, pero sobre todo femineidad y a leguas se le notaba que se ejercitaba y por los rumores era la envidia de muchas mujeres de la ciudad, aunque su negocio no fuese uno de los mejores vistos ante la sociedad ella se catalogaba por tener un carácter fuerte no agachaba la cabeza fácilmente.

—Ven acompáñame a mi despacho te tomas algo y de paso me dices el motivo de tu visita ya que tengo mucha curiosidad fue una gran sorpresa que la dueña del imperio McClane visite mi humilde morada.

—Voy a ser directa necesito a uno de tus chicos tengo un trato que sé que le encantará, al que elija tendrá que casarse conmigo por el período de un año y medio, tengo algunas pautas, pero eso tengo que discutirlo con el que elija.

—Comprendo deja y te muestro a mis nenes — dijo mientras buscaba algo en uno de sus gavetas—estos son mis nenes míralos. Ahí está todo lo que necesitas saber edad, nacionalidad, estudios todo, elige yo mientras voy a buscarte un café.

Tomé el catálogo que me extendía a asentí a modo de respuesta y en segundos me encontraba sola en aquel despacho observando cada página. Por más que observaba ninguno llamo mi atención, Elizabeth me observaba de vez en cuando. Cerré el catálogo de golpe y suspire esto sería más difícil de lo que pensé.

—No te negaré que tus nenes son guapos, pero ninguno de ellos es lo que estoy buscando veras quiero algo más... de altura que no se note a leguas que lo saque de una casa de acompañantes, que tenga conocimientos culturales, buenos gustos culinarios, de complexión física fuerte, pero sin exagerar, seguridad. Un hombre que emita poder, sensualidad, pero sobre todo elegancia ¿entiendes mi punto querida Elizabeth?

— ¡Claro que lo entiendo querida! sé que eres una mujer de mundo y con una gran fortuna y si buscas un marido tiene que ser a tu altura. Se lo que quieres, pero por el momento no tengo algo como lo que pides, si me das unos días tres a lo máximo te busco a alguien con esas características.

—Tres días ni uno más ni uno menos espero tu llamada es algo urgente y confió en tu discreción Elizabeth.

—No te preocupes querida sabes que soy una tumba en cuanto tenga tu mercancía te llamo.

Escucharla hablar así de las personas me provocaba un malestar en el estómago trataba a sus empleados como mercancía, aunque bueno al final si lo veo desde su punto de vista eso son, salí a paso apresurado y regrese a casa era sábado y no tenía ganas de ir a la empresa y mucho menos de ver a Federico.

Con aquella maraña de pensamientos me despoje de cada una de las prendas de vestir y me introduje en la cama, mañana sería un día nuevo el cual tendría que enfrentar así que lo mejor era descansar.

Había o más bien tenía mucho en que pensar y mucho que organizar. 

Marido por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora