Capítulo 5

138 18 0
                                    

Regina

Acuerdo, aclaraciones y condiciones

No era momento de flaquear, mucho menos dejar que la maraña de confusión y malos pensamientos se apoderaran de mí no tenía muy seguro si el tiempo se había detenido, pero me obligue a reaccionar y no dude en hacer lo mismo que él actuar como si no pasara nada como si nunca nos hubiésemos conocido.

—Un placer Regina McClane.

—El placer es todo mío.

—Bueno yo los dejo para que hablen y se pongan de acuerdo estare fuera por si me necesitan.

Los dos observamos a Elizabeth salir de aquel despacho.

—Bien señor Thomson me imagino que ya Elizabeth lo puso al tanto de la situación, pero yo le planteare la misma en su totalidad ya que ella no está al tanto de todo, es sencillo yo necesito un marido y me imagino que usted necesita dinero y yo se lo puedo dar es cuestión de que acepte mi propuesta y listo todo estará arreglado.

—En eso no se equivoca señorita McClane necesito dinero sólo me gustaría saber algunos términos de ese contrato y si de verdad me favorece sin duda alguna aceptaré su propuesta.

—Bueno todo lo que necesita saber está aquí —saqué de mi bolso aquel contrato que había redactado Richard —se lo dejaré para que lo lea y si gusta que lo revise su abogado tiene hasta mañana para hacerlo, tanto usted como Elizabeth tienen mi número puede contactarme, si quiere agregar algo más a este contrato sólo debe informarme y si es conveniente para los dos lo agregare. Es todo por mi parte me retiro que tenga usted una excelente noche señor Martínez.

—Igual usted señorita McClane mañana mismo tendrá mi respuesta.

—Hasta mañana entonces.

Con aquellas palabras me despedí de él y salí de aquella casa que sentía que me asfixiaba si le diera poder a cada una de las ideas que pasaban por mi cabeza el manicomio no sería el mejor lugar para encerrarme, es que no sabía si el destino me estaba jugando una mala pasada o si papá desde el lugar más oscuro del infierno se estaba vengando de mi por lo que estaba a punto de hacer.

Es que aún no se que pensar aquel hombre que había recuperado mi bolso, el mismo que ocupó mi mente toda la tarde, el que jamás pensé que volvería a ver era el mismo candidato que Elizabeth había conseguido.

Llegué a casa estacione a mi bebé y luego de un largo rato donde había dejado mi mente en blanco salí de ahí directamente a mi habitación necesitaba un baño y desconectar mi mente de este día con la esperanza de que mañana fuese mucho mejor y eso hice me duche conecté mi celular y me acurruque en mi cálida cama...

El día había iniciado y las ganas de no ir a la oficina eran más grande que el sol que se colaba por las ventanas de mi habitación, pero no podía darme el lujo de no hacerlo, había mucho por hacer y no estaba dispuesta a dejarlo todo en manos de Federico así que busqué ánimos de donde no había y hice la rutina de todos los días y me dirigí a la empresa.

La misma rutina saludar a Clara, tomar el elevador y llegar a mi oficina para ponerme al día, lo mejor de entrar a mi oficina era sin duda el olor a café como dicen por ahí buen café cura muchas cosas dar un sorbo a aquel café me basto para recargar las pilas.

Cerré algunos contratos, firme varios despachos de diferentes productos que iban a distintos países, respondí algunas llamadas importantes con eso y más la mañana había pasado muy activa dando paso a la tarde luego de almorzar en mi oficina porque me negué a acompañar a Clara estaba en una video llamada con el director de la sede del Caribe cuando Patricia entró como un huracán sin siquiera tocar.

Marido por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora