Capítulo 10

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Culpas, revelaciones y nuevos sentimientos.

William Thomson

Por la cara que tenía Regina sabía que no había dormido en toda la noche, no había que ser un genio para darse cuenta, las ojeras la delataban y me di cuenta de que se había quedado en su despacho toda la noche porque yo tampoco pude dormir, pero yo ya estaba más que acostumbrado.

Estábamos en el avión en primera clase, me sorprendí al ver que viajaríamos como dos personas normales, me hice a la idea de que tenía un Jet privado, pero no, la señorita me sigue sorprendiendo y verla así tan calmada, con los ojos cerrados, sin una gota de maquillaje(aunque casi no le eh visto con mucho maquillaje), sus labios de un color rosa natural me producía ternura, hasta podría decir que se veía hermosa...

-Si me sigues mirando así me vas a desaparecer Thomson.

- Es que te vez como si te hubiese arrollado un auto.

- Muy gracioso Thomson, muy gracioso...No tuve una buena noche, pero eso ya lo viste, me duele la cabeza a causa de todo el estrés así que si no es molestia para ti, despiértame cuando lleguemos por favor.

Dicho esto se colocó unas gafas de sol, recostó el asiento y me dejó ahí observándola como un estúpido y pensando tantas idioteces que en verdad me asustaban...

Se escuchó por los altavoces que abrocháramos nuestros cinturones porque estábamos a punto de aterrizar, así que desperté a mi querida ahora esposa la cual dormía como un bebé recostada de mi hombro.

Al bajar y recoger nuestro equipaje caminamos hasta la salida, donde un conductor sostenía un letrero con un Mr. and Mrs. MCclane caminamos hacia el, yo con el equipaje de ambos y ella con toda esa actitud de dueña y señora del universo, avanzamos hacía un hermoso auto rojo y emprendimos viaje hacia no sé dónde, pero imaginé que a un hotel de lujo.

Pensé que nos hospedaríamos en un lujoso hotel, pero mi sorpresa fue enorme al ver que habíamos llegado a una hermosa casa, por fuera la fachada era hermosa eso no lo podía negar. No estaba en contra de un viaje de "luna de miel" porque en realidad en este asunto era más una marioneta que una persona, si me decían ladra yo obedientemente ladro porque esto es un contrato y me había sometido a cada estipulación del mismo, además nunca estaba demás tomar un poco de sol, ver la hermosura de un continente como el Caribe y tratar de olvidar algunas cosas por unos días. Como por ejemplo que debo hablar con Regina para que me de el dinero, tengo poco tiempo y tengo que entregarlo.

-Ponte cómodo, bienvenido al paraíso.

Observe a Regina de una manera rara al mencionar aquellas palabras y ella se percató de ello ya que hizo aclaración de lo que había dicho.

-El lugar, así se llama "El paraíso" ¿no viste el letrero en la entrada? - pregunto quitándose aquellas gafas de sol.

-No, en realidad no lo vi, digamos que la sorpresa de ver que nos quedaríamos en una casa tan hermosa como está y no un hotel cinco estrellas distrajo mis pensamientos.

Aquella sonrisa tan genuina que sus labios me ofrecieron me contagió de tal manera que yo también sonreí.

-Tengo la ligera sospecha señor Thomson de que tiene una idea muy errónea de mi persona, aunque déjeme aclararle que poco me importa lo que usted piense de mi, pero recuerde algo, no confíe mucho en lo que ve porque incluso la sal se ve como azúcar, ahora acompáñeme le mostraré su habitación por estos días.

No dije nada porque sabía que tenía la razón, además estaba algo cansado del vuelo y la mala noche, camine detrás de ella mientras admiraba la hermosa casa, se sentía un aura distinta acá.

Marido por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora