Capítulo 4

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Regina

Destino o casualidad

Nota: Este capítulo es un poco largo, pero así surgió espero les guste. 

Me preparaba para ir a la oficina cuando el sonido de mi celular interrumpió mi escaneo en el espejo, aunque no vestía distinto a lo habitual era una obsesiva de la perfección, mi pelo color caramelo perfectamente recogido en un moño bien elaborado sin dejar salir una hebra del mismo, labios con una capa fina de brillo natural de labios, piel limpia de todo maquillaje porque, aunque no lo presumía no era nada fea y no creía necesario llenar mi cara de capas y capas de maquillaje para lucir bien, además iba a trabajar no a buscar marido.

Obvien eso último por favor.

Tomé el celular de la mesa y en la pantalla resaltaba NÚMERO DESCONOCIDO sin dudar descolgué la llamada y con un educado buenos días atendí.

—Buenos días.

—Buenos días Regina soy Elizabeth espero no ser inoportuna, pero quería decirte que ya tengo un candidato solo es cuestión de que vengas y lo veas a ver si cumple con tus expectativas.

—No te preocupes no eres inoportuna ahí estaré esta tarde como a las siete.

—Aquí estaré, perdón estaremos hasta más tarde que tengas un excelente día.

—Gracias tu igual Elizabeth hasta más tarde.

Terminé aquella llamada y me gire nuevamente para observar mi reflejo en el espejo, suspire y rogué internamente a todos los dioses que este hombre si cumpliera las expectativas, el tiempo se me agotaba y tenía que cerrar de una vez por todas este capítulo.

Bueno lo que se dice cerrar, cerrar no bueno ustedes me entienden ¿verdad?

Tomé el bolso,  me coloque mis zapatos, tome las llaves de mi bebé un Ferrari 488 Spider y salí de casa con destino McClane International Corporation tenía una reunión a primera hora con un nuevo inversionista italiano interesado en nuestros productos.

Conduje por la Eighth Avenue con dirección a la sede principal que se encontraba muy cerca de Madison Square Garden sin darme cuenta estaba aparcando mi hermoso bebé en el estacionamiento, pero aquel sentimiento no me abandonaba desde que salí de casa. Apreté tanto el volante que mis nudillos se tornaron blancos, observe mi reflejo en el espejo y no me gusto para nada lo que en él veía, aquella sensación me acompañó desde que escuche la voz de Elizabeth, sabía muy en el fondo que cada vez menos había marcha atrás era un paso muy importante porque no era sólo conseguir un marido noo... había muchos más factores, era fingir delante de toda una sociedad amar a un completo desconocido y enfrentar todo lo que eso conlleva, pero no podía flaquear no ahora.

Tomé una larga respiración y pensé en mamá, aunque no tenía recuerdos de ella claros tenía grabada su hermosa sonrisa esa que había visto muchas veces a escondidas de papá plasmada en aquella fotografía que él guardaba en su habitación con tanto celo, era lo único a lo que me aferraba. Esto no era solo por mi sino también por ella porque gracias a ella mi padre tuvo ese gran imperio que hoy por ley me pertenece.

Agarre mi bolso, salí del auto y camine directo hacia el ascensor, no tarde nada en ingresar al living donde Clara me recibió con una gran sonrisa y su tan habitual buenos días señorita McClane.

—Buenos días Clara que tal todo por aquí ¿alguna novedad?

—No señorita McClane ninguna por el momento, todo tranquilo.

—Me alegra escuchar eso y ¿ese embarazo cómo va?

—Más que bien señorita según el médico todo está como debe de estar.

Marido por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora