Capítulo 24: ¿Así de fácil?

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M E G A N

Hay momentos que fotografías con tus ojos. A veces no sabes que tienes la "foto" de ese recuerdo hasta que de manera inconsciente recurres a este. Recuerdos como mi primera pelea o el día en el que cometí el error que me marcó. La mayoría de las veces puedes inferir por qué los "fotografiaste".

Fotografíe momentos de mi primera pelea porque recuerdo que al bajar del ring y a pesar de que perdí pude ver la mirada de orgullo de mi padre, pensé en lo mucho que quería que esa mirada durara para siempre.

Sin embargo, otras veces no tienes ni la más mínima idea del porqué recuerdas perfectamente algo.

La imagen de Michael diciendo que siempre seré más valiente que él está completamente recreada en mi mente. Su mirada de convicción, su expresión indecisa. Su cuerpo extendido hacia mí. La manera en la que verlo con Olivia así de cerca me afectó de una manera que entiendo y no entiendo al mismo tiempo.

Desde muy joven siempre pensé que lo tendría todo resuelto para los dieciocho. Tendría claro que querría estudiar, que persona amaría y sería una chica no solo independiente sino también productiva.

Vaya que ingenua era. Al menos puedo regocijarme con el hecho de que algún día lo fui.

Tengo diecinueve años.

No estoy del todo segura de a qué voy a dedicarme, aun no comprendo lo que siento por Michael y el dilema moral detrás de esto.

No soy para nada independiente, y lo de ser productiva se ve estropeado por mi necesidad como joven a procrastinar con mi teléfono.

Hace años que perdí mi cable a tierra sin darme cuenta y ahora que lo volví a encontrar es inevitable sentirme perdida. No perdida como si estuviera atrapada en un laberinto a plena luz del día y no pudiera encontrar la salida. Mi nivel de desconcierto es más como estar atrapada en un laberinto de noche sin una linterna pensando que no hay salida.

¿Y cómo sales de un laberinto así? Aún estoy trabajando en eso. Primero pensé que nunca saldría, ahora pienso que, aunque aún no ha llegado a mi cabeza debe haber una solución. Siempre la hay.

Michael. Michael y su asombroso superpoder de generar pensamientos reflexivos en mí.

—¿Megan? ¿Estás bien? —pregunta Calvin—. No te atrevas a mentirme—amenaza con el pan en su mano, le da un mordisco mirándome seriamente.

Esa imagen logra sacarme una risa.

—No lo sé.

—¿Quieres contarme? —pregunta con compresión—. Podemos decidir juntos si ese no lo sé es un sí o un no.

—Si quiero. Pero no si deba—corrijo mi respuesta esperando que él comprenda mi torbellino de pensamientos.

Cal se encoje de hombros.

—No sería la primera regla que rompes.

—En eso tienes razón.

Él posa sus manos en mi regazo.

—Sea lo que sea necesitas contarlo—señala—, porque si no lo cuentas tú, las palabras se las ingenian para escalar tu garganta y salir en el peor momento.

—Eres bueno para convencerme—muestra satisfacción—. Te lo cuento en el viaje camino a casa.

—En el viaje te escucharé—me guiña el ojo y continúa devorando su desayuno.

—Calvin, deja de coquetear con Megan—reprocha Chad señalando con su pan.

¿Que tienen los gemelos con señalar con el pan?

¡¿ELLA ES MI ENTRENADORA?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora