¿Alguien se puede enamorar entre un apocaipsis zombie? Es una pregunta muy ambigua, vela por dónde la quieras ver. ___ Es una chica bastante curiosa, mató para sobrevivir y porque alguien se lo pidió. Pierde esperanzas, pero... ¿Qué tal si se encue...
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—¡Vamos. vamos! —gritó Ellis y los tres entramos corriendo.
—Carajo, esto se pondrá feo. —dijo Coach y comenzaron los gruñidos de los infectados.
Recorrimos la tienda -vacía- entera con muy poca esperanza de encontrar algo y decidimos separarnos. En mi búsqueda, encontré una caja con seis refrescos en ella, qué suertudo eres Whitaker.
—¡Tengo los refrescos! ¡Vamos! —grité a todo pulmón y funcionó, Ellis y Ro corrieron a mí para cubrirme mientras yo sostenía los refrescos.
Solo se escuchaban los disparos de Nick y Coach en la parte de afuera de la tienda, salimos corriendo gritando que era hora de regresar. Los dos nos siguieron pero nos detuvimos en seco tras ver a una gran horda acercarse a nosotros.
—Mierda. —maldijo Ellis.
—¡CUIDADO! —Coach arrojó el frasco de vómito hacia la horda.
Ellos se detuvieron y se giraron al lugar donde se concentraba el vómito y corrieron hacia allá, al llegar ellos se golpeaban entre sí. Pasé corriendo agarrando el frasco con mis manos miestras que los infectados seguían entretenidos.
—¡Mi turno! —dijo Ellis y disparó a la horda haciéndola explotar en mil pedazos—. ¡Mejor piénselo dos veces HIJOS DE PERRA! —gritó festejando.
Se acercaban varios zombies a mí y ¿qué mejor que alejarlos empujándolos? ¿No? Seguía corriendo de regreso hacia la puerta de Whitaker hasta que escuché algo que me heló completamente la sangre. El gruñido de lo que parecía ser un animal feroz, estaba justo frente a mí. Era un infectado que estaba en cuatro, su cara estaba cubierta por una capucha y sus mangas estaban arrancadas y tenía cinta en sus piernas y brazos.
—¿Qué cara...? —estaba aterrada.
Gruñó y se lanzó a mí, estaba encima de mí e hizo que soltara los refrescos, me enterraba sus uñas y rasgaba parte de mi ropa y parte de mi piel, sacando sangre en el momento.
—¡Ahhh! —grité aterrada.
Intentaba sacarlo de encima, empujándolo o agarrando sus manos, pero nada. Todo era inútil.
—¡AYUDA! —lloré soltando varios quejidos y más gritos cosa que creo que hacía enojar más al infectado.
—¡___! —gritó Ellis y corrió hacía mí y empujó al infectado alejándolo de mí para luego atacarle con su palanca.
—¡Argh...! —respiraba con dificultad sosteniendo mi abdomen en el suelo.
Nick agarró los refrescos y fue a dejarlos al depósito de Whitaker, Coach le cubría la espalda. Ellis y Rochelle estaban conmigo, Ellis intentó levantarme, pero era inútil, cada movimiento me dolía.
—¡Es mi coca! ¡Ponlo en la ranura, rápido!
Nick dejó los refrescos donde Whitaker dijo y en ese momento, un cohete salió disparado hacia el camión haciéndolo explotar.
—¡Oh sí! —Ellis festejó.
—Mierda... Dejamos los botiquines en casa. —pensé.
—Buena suerte amigos... Y siento lo de su amiga, tengan... Cúrenla con esto. —de la ranura, salió un botiquín GRACIAS DIOS—, Dios los cuide.
—¡Hey, Coach... Lánzalo! —gritó Ellis a lo que Coach tomó el botiquín y lo lanzó a dirección de Ellis.
Por suerte, las alarmas se apagaron por la explosión, solo necesitábamos llegar a un refugio.
—Voy a tener que cargarte, no podemos curarte ahora... —Ellis parecía un tanto preocupado y nervioso.
Yo asentí adolorida y él pasó su manos por mi espalda y por debajo de mis piernas y poco a poco fue cargándome hasta llegar a su pecho, me abracé de su cuello y comencé a soltar pequeños quejidos y escondí mi cara en el cuello y pecho de Ellis. Respiraba su perfume que se mezclaba un poco con sudor, no molestaba, pero me relajaba. Corrían por la carretera y a través del camión ya explotado. En la calle estaba el letrero del "Liberty Mall" junto a uno de la evacuación de la CEDA.
—¡SÍ! ¡El centro comercial! —celebró Coach.
—Ja, ja, NUNCA había estado tan feliz de ver un Centro Comercial. —dijo Ellis.
Rochelle miró alrededor y se encogió de hombros—. Okey... Los centros de evacuación no suelen ser tan silenciosos...
—Jesús, este lugar es una ciudad fantasma. —bufó Nick.
—S-Seguramente... Toda la g-gente debe e-estar dentro... —dije.
—¡REFUGIO! —gritó Coach.
—¡SÍ! —celebré muy internamente.
Todos entramos y Rochelle cerró la puerta detrás de ella, el refugio era pequeño, pero no como el de un baño, bloquearon la puerta con cajas y muebles. Ellis me recostó sobre unas bolsas para dormir y me sonrió en el acto. Todo estaba oscuro y con algunas linternas que Coach agarró de la tienda de armas, alumbró un poco el lugar.
—¿Quién es bueno con los botiquines? —todos se vieron inseguros.
Nadie sabía usar uno, y Nick estaba frente a la puerta del refugio, no le interesaba para nada la situación. Se creó un silencio sepulcral, lo único que se escuchaban eran gemidos de los infectados y quejidos míos.
—Estoy harto de esto. —Nick gruñó y le arrebató el botiquín a Ellis y se acercó a mí poco a poco. Tenía la vista un poco borrosa, pero aquél traje blanco, lo podría identificar hasta marte. Agarró una lámpara pequeña y la colocó en su boca. Me hizo una señal para que subiera un poco de mi blusa -O lo que quedaba de ella- y lo hice poco a poco MUY dudosa de hacerlo.
Sacó vendas, pomada, alcohol, ¿Hilo? ¿¡Aguja!? Mi respiración se volvió más agitada y me miró serio para que me calmara... Y traté de hacerlo. En un poco de algodón, puso bastante alcohol y lo acercó peligrosamente en la herida. Tenía pequeños rasguños, pero un gran zarpazo se notaba en mi oblicuo, era profunda y muy grande.
Pasó el algodón por el zarpazo haciéndome soltar un grito bastante fuerte, atrayendo así a bastantes zombies, pero la puerta del refugio impedían su paso. Nick arrancó un pedazo de la manga de mi blusa y la puso en mi boca. Volvió a pasar el algodón y mordí fuertemente la parte de la prenda soltando un fuerte quejido ahogado.
Agarró el hilo y lo insertó en la aguja, atravesó mi piel y fue haciendo varios puntos, cada punto era un paso más al infierno, mis quejidos se incrementaban y una manga ya no era suficiente apretaba mis puños o pellizcaba mis piernas.
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