Mariposas

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La primera vez que pasó Belcebú apenas fue consciente de ello, ni siquiera pensó que el incidente debía preocuparle porque ¿cómo una pequeña mariposa podía ser importante siquiera?

Todo comenzó un día que se encontraba vigilando a los traidores del ex-demonio Crowley y su "aliado" el ángel Azirafel, después de la falla en ambos juicios se había llegado a una especie de acuerdo entre cielo e infierno para tener una supervisión total sobre el par que detuvo el Armagedón y dicha misión tendría que ser llevada a cabo por los responsables de la insubordinación de su personal a cargo, es decir Lord Belcebú y el Arcángel Gabriel.

Desde entonces, de manera sigilosa se encargaban de seguir al par de desertores, al principio fue terrible poder llegar a un acuerdo ya que ambas cabecillas eran tercos y orgulloso (claro que Gabriel negaba todo, ya que el orgullo es pecado) conforme pasaban los días empezó a establecerse un ritmo de trabajo en el cual ambos coincidían en un lugar estratégico, a veces el parque alimentando patos, otras en el restaurante que frecuentaban Crowley y Azirafel, fuera de la librería o departamento de estos, tratando de pasar desapercibidos y triunfando hasta el momento.

—Llegas tarde.

Comentó el príncipe del infierno mientras se recargaba contra la barandilla, en el día en cuestión se encontraron el parque St. James.

—Buenas tardes para ti también. —Respondió el arcángel con indiferencia.

Belcebú sólo rodo los ojos, a pesar de que había llegado a una especie de tregua con el colaborador de Dios aún no le agradaba la idea de tener que gastar sus días junto a él y menos sin tener claro cuando es que ese ejercicio iba a parar.

—Están sentados en la banca de la izquierda. —Indicó.

—¿Te aseguraste de que no reconocieran?

—¡Claro que me asegure, idiota! A diferencia de ti se cómo camuflajearme entre humanos...

—Disculpa, pero yo pasó desapercibido mucho mejor. —Comento cruzando los brazos sobre el pecho Gabriel.

—Desde que esto comenzó has estado usando el mismo tonto traje de ángel, pulcro de dos piezas y con tu estúpida y reconocible bufanda, en serio por gracia de Satán no nos han reconocido.

—¡No es como si hayas cambiado tanto tampoco! —Replicó con disgusto el más alto— Sólo te deshiciste de tus moscas, sigues llevando tu tonto traje lleno de medallas y ¿qué mides? ¿un metro?

—¡Escucha jirafa subdesarrollada! ¡A diferencia de ti no necesito medir tres metros para que me respeten! Y además estas medallas se portan con orgullo. —Contesto con suficiencia y enojo Belcebú.

—Duende.

—Poste.

—Rasca tierras.

—Secuestra nubes.

El intercambio de insultos infantiles podía durar horas entre ellos, y eso era siempre lo que impedía el avance en su investigación, pero por su propia terquedad sólo alcanzaban a culparse el uno al otro.

—¿Dónde quieres cenar hoy ángel?

—Escuche que hay un nuevo restaurante de sushi en el centro...

—Bien, creo que una mesa se está desocupando justo ahora.

Cuando escucharon las voces demasiado cerca Belcebu y Gabriel dejaron de pelear y saltaron la barandilla tras ellos apenas escondiéndose del par de amigos que cruzaron demasiado distraídos por su plática para prestarles atención.

Saga Mariposas [Good Omens]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora