No es una cita

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La rutina de Gabriel desde el incidente del juicio por traición había dado un giro de ciento ochenta grados, primero que nada, su esperada lucha final se había cancelado totalmente, luego había descubierto la traición en sus propias filas, su intento de implementar justicia al sabotaje fue un fracaso total y ahora él tenía que pagar las consecuencias de ello. Al haber perdido su corresponsal en la tierra el Arcángel debía de cubrir dicho puesto, pero no sólo queda allí el asunto, como castigo (aunque las oficinas centrales lo negaran) tenía que informar sobre las actividades que los ahora ex-ángel y demonio hacían por su cuenta sin supervisión alguna, y colocando la cereza en el pastel todo esto tenía que lograrlo al lado de un representante del infierno, un representante del infierno de nombre Belcebu.

—Llegas tarde.

—¡Buenos días para ti también!

Y así se repetía día a día, el demonio acusándole siempre de algo, él defendiéndose, Belcebú contra atacando hasta que ambos recuerdan el objetivo original de su misión y vuelven al punto de partida.

—¿Es qué en verdad en el cielo no conocen la puntualidad?

—¡Hoy no pienso discutir contigo!

—Tú no discutes, discutir es tener argumentos inteligentes para decir, y lo más inteligente en ti es el teléfono que te dio el cielo.

Paciencia pensó el arcángel, paciencia es lo que pedía a Dios le otorgará día con día porque dicha virtud se le estaba agotando gracias al príncipe del infierno.

—Siento pena por ti, tan lejos de Dios y tan cerca del suelo...

—Mi duda es si la altura es por lo que no te oxigena el cerebro o si te hicieron estúpido a propósito...

—Al menos yo fui hecho, probablemente tu ni siquiera fuiste un ángel y sólo eres una pulga con mutación...

— ¿Sacas tus insultos de las cajas de cereales?

—Créeme una caja de cereal tiene más ingenio que tú...

—Al menos yo no soy un hijo de...

En medio de su contra ataque Belcebu diviso un par de siluetas familiares que se acercaban hacia ellos.

—Arbustos...

—¿Un hijo de los arbustos? —Preguntó Gabriel.

—¡No imbécil que vayamos a los arbustos!

Y con un uso excesivo de fuerza empujó al arcángel detrás de un frondoso y verde matorral, quedando ocultos por completo.

—Crowley —dijo Azirafel—¡este es un excelente lugar para un picnic!

—Si, supongo que esta bien—contestó con indiferencia el demonio.

El lugar elegido por el ángel (aunque el cielo no estuviera de acuerdo con el título) se encontraba lo suficientemente cerca para que Gabriel y Belcebu observarán todos sus movimientos, pero no tanto como para escuchar lo que conversaban.

—¿Crees que podamos acercarnos?—Preguntó Gabriel asomándose entre las hojas.

—A menos que quieras que te descubra, si, ve ¡corre!

—...Tu sarcasmo no ayuda

—Tu estupidez tampoco —mencionó con enfado el Lord del infierno— tengo una idea.

Lo que el príncipe del infierno hizo a continuación fue convocar a un par de sus fieles moscas, les dio instrucciones que Gabriel no alcanzo a comprender y luego una de ellas salió volando hacia la pareja de "traidores".

Saga Mariposas [Good Omens]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora