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Noto un millón de mariposas en el estómago y sonrío. Se que no tenía pensado que venga ella y de hecho va en contra de mi plan, pero no puedo evitar sentir esa emoción al ver que sube al tren de una zancada y tira de mí para que la siga. No me suelta hasta que nos sentamos en dos butacas al fondo del vagón.
  -¿¡Qué haces aquí!?- Le pregunto alzando la voz - en pocos días tienes la boda y casi no te podrás haber preparado nada.-
Sonríe y mira por la ventana. Entrecierra los ojos a causa de la molestia por el sol y me guardo esa foto mental para acordarme de ella cuando me esté muriendo.
  -Necesitaba hacer esto, romper la rutina y hacer algo que me haga feliz, necesito vivir una aventura, necesito tener algo que contar que no sea cenas, reuniones familiares y viajes aburridos con amigas, creo que en ocasiones como estas,  las que menos se preparan, es más fácil encontrar la felicidad.-
Menos mal que no sabe cual es mi propósito, el porqué estoy aquí.

Después de recordarle que está loca llegamos al valle que según Beth se llama El Valle de Núria. El sitio es indescriptible, hay un océano de flora decorada con casas de madera, una alfombra verde cubre todas las montañas que tienen su pico en lo más alto. Pasamos por al lado de tres vacas marrones que le producen mucho amor a Beth. Las acaricia,  pega su cara a ellas para abrazarlas y me mira:
  -¿A que esperas? ¡Corre Ciro! Ven a tocarlas. - continúa pasándole la mano por el lomo.
  -No gracias, ya te miro desde aquí- levanto una mano desde mi posición.
  -Ni de broma, así no se viven las cosas, tienes que tocarlas, vas a ver como cambia la cosa- me regaña junto a la vaca, de hecho parece que la vaca también me esta regañando.
  - No sé Beth...- hago el ademan de ir pero freno en seco.
  -Si lo digo una vez más cogeré una caca de vaca y te la meteré en la mochila-
Gruño y me acerco al animal, es más alto desde aquí y tiene unos cuernos que dan miedo. Camino muy lento con miedo de que se asuste, me pegue una cornada y me deje como un sobre de ketchup reventado.
Beth trenza sus dedos con los míos y un cosquilleo me recorre toda la espalda. Apoya una mano en el lomo de la vaca, es bastante rígido y tiene el pelo duro. Imito a mi acompañante y apoyo mi cabeza en el lomo de la bestia. La verdad que es muy agradable, cierro los ojos y disfruto el momento.

Vuelvo a abrir los ojos y Beth no está a mi lado, y cuando me giro hacia atrás la veo con su móvil en la mano, haciéndome una foto.
-¡¿Que haces?!- me tapo la cara con una mano, con el grito la vaca se asusta y se gira hacia mi mugiendo. Salgo corriendo sofocando un grito y Beth se ríe de mi.
Caminamos un rato hasta llegar a un albergue, se trata de una pequeña casa de madera escondida al lado de un río. Nos sentamos al lado de recepción y pedimos un par de cafés.
-Bueno cuéntame sobre tu familia- me pregunta arreglándose la coleta.
-Mejor otro día - Miro por la ventana - ¿Saben tus padres que estás aquí? - Tarda unos segundos en responder, se que le molesta que no hable de mi.
-Si - se levanta y se va al lavabo.
Me cuesta mantener tantos secretos con Beth, tengo miedo de que acabe sabiendo algo. Cuando vuelve se sienta y me mira.
-Beth, lo siento, pero mi familia es un poco complicada- cruzo los brazos.
-No se, me da la sensación de que solo hablamos de mi, sin embargo no sé nada más de ti, solo se que te llamas Ciro y algunas cosas más, eres un misterio - va a seguir hablando pero le cuesta - y no quiero que seas un misterio, quiero estar más cerca de ti- baja la mirada y revuelve el café.
  -Se que no es justo, pero tengo un collar cargado de miedos y pesadillas que está a punto de ahogarme, o ya me ahogó hace tiempo...- me aclaro la garganta - ademas, hace tiempo que no hablo tanto con una persona.- Cuando acabo de decírselo frunce el ceño.
  -¿Pero no tienes amigos?, o alguna pareja, o algún familiar muy cercano - mira hacia todos lados como si pudiera encontrar la respuesta en estas paredes de madera.
Niego con la cabeza apretando los labios.
  -Oh...-  se sorprende y me mira con mucha pena, cosa que hace que me odie más.

Esta conversación sienta como un jarro de agua fría y el buen ambiente que había va muriendo gradualmente igual que el día de hoy. Se hace de noche mientras damos una vuelta alrededor del albergue y nos sentamos en un banco. Se que no me ve igual, porque hablamos muy poco y lo poco que hablamos no tiene mucha utilidad.
Nos acercamos a la recepción del albergue para reservar habitaciones, mientras Beth saca su DNI, un poco de dinero y algunos papeles hablo con la recepcionista:
  -Hola buenas, necesitamos dos habitaciones individuales para esta noche.- me dirijo a ella mirándole a los ojos.
  -Si, bueno... esto no es como un hotel, tenemos pocas habitaciones. No podemos reservaros dos, pero nos queda una doble. - Miro a Beth y levanta los hombros sin saber que decir.
Miro a la recepcionista y me dirige la sonrisa más falsa del mundo.
   -Está bien, dame esa habitación. - Le damos nuestros documentos y me anticipo para pagar antes que Beth.
La cosa sigue estando fría entre los dos, no sé si es porque tiene miedo de mi, le doy pena o está enfadada. Tengo que solucionar esto.
Cuando entramos a la habitación vemos que está constituida toda por madera, tiene un escritorio y una cama de matrimonio, hay un baño con una bañera, una pila y una alfombra roja sobre la cerámica marrón.
La luz tenue ilumina el armario de madera oscura y él cubrecamas granate.
Acomoda su poca ropa en el armario y yo dejo mi mochila en la cama para quedarme quieto mirándola.
  -¿Qué te preocupa de mi Beth?- le pregunto a varios metros de distancia.
  -No se quien eres, y me preocupa que estés así, se que no estás bien, no tienes a nadie al lado.-  sus ojos se apagan y su boca se curva hacia abajo. Sus cejas muestran preocupación, tiene los ojos muy grandes y cuando se preocupa parecen la puerta de su alma.
  -¿Quieres saber de mi? ¿Estás segura? Te aseguro que no es nada agradable y probablemente no quieras saber más de mi.- me acerco a ella.
  -Si no quiero saber nada más de ti lo decidiré yo.- se que no lo dice a malas porque intenta sonreír.
Cojo la silla del escritorio y ella se sienta en el borde de la cama, me situo frente a ella, cara a cara.

-Está bien Beth, te contaré mi historia-

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