17

56 4 0
                                    

Rebusco en mis bolsillos, tan solo haría falta una moneda, una miserablemente moneda.
Me desespero , grito y le meto un puñetazo a la cabina, la pequeña pantalla esta fragmentada y tengo algún trozo de cristal clavado en los nudillos.
No sé si el hecho de que su hermano no se haya casado oficialmente hará que vuelva antes, sé que es de mala persona, pero ojalá vuelva pronto para estar con ella y saber que pasa con Sara.
Tengo un billete demasiado grande como para cambiarlo en un bar, me van a mandar a tomar por culo.
Creo que lo mejor es volver al piso donde vive Sara, preguntarle que demonios pasa y de paso que me deje alguna moneda para hablar con Beth.
Toco timbre y me abre muy rápido. Subo hasta su puerta, está abierta y ella la sujeta con una mano.
  -¿Que es lo que te pasa con Beth?- Quiero ir al grano.
Sonríe. Esa sonrisa... La carga el diablo.
  -¿A mi? Nada- Suena un tono de móvil dentro del piso y nos miramos, los dos sabemos que es ella, es mágico.
Camina sin ganas y coge el móvil del sofá. Atiende y evidentemente no escucho nada porque no está el altavoz puesto.
  -Oye tranquilita... No... No le voy a hacer nada... Relájate campeona... No me grites, adiós.- Sé que cuelga mientras Beth habla porque escucho gritos desde el otro lado de la línea telefónica.
  -¿Y bien? - Pregunto con ansia.
Me pone la palma de su mano derecha en mi pecho.
  -Solo quería saber donde estabas. - Me sonríe y me acaricia el cuello.
  -Necesito hablar con ella, por favor, déjame llamarla.- Probablemente no me deje hacerlo.
  -No. Decía que estaba ocupada, estaba conduciendo.-
  -¿Conduciendo?- Qué raro -  ¿Dónde va?- Me siento en el sofá, después de todo sigo teniendo resaca.
  -Y a mí que me cuentas. ¿Quieres un vaso de agua?- Camina a la cocina sin dejar de mirarme.
  -Sí, por favor-

Me trae un vaso de agua, ella no bebe nada. Sigo pensando en donde se dirigirá Beth, y porque sonaba agitada, necesito hablar con ella.
  -El agua sabe a fruta o algo parecido.- Le digo desde el sofá mirando el vaso extrañado.
  -Es agua saborizada, frambuesa.- Vuelve a sonreír, es una serpiente.

Nadie sabe que en realidad América no fue descubierta por Colón, sino por los asiáticos, pero desde el otro lado del continente, que vergüenza de sociedad, Colón es un copiota y nadie se da cuenta. ¿Porque estoy pensando esto? Dios qué raro, siento pesadez en todo el cuerpo y en los ojos, parece que el cerebro se me ha derretido y se me caiga por las orejas. El suelo rebota a cámara lenta. Joder, ¿que está pasando?
Bueno, Sara está sentada al lado mío riéndose.
No.
Ella no bebía agua, solo lo hacía yo. ¿Agua saborizada? ¿Porque sonreía cuando bebía y decía "frambuesa"?
El mundo se cae hacia atrás, yo me caigo de espaldas pero lo hago en el sofá, Sara pasa sus uñas por mi pelo a modo de masaje. No veo nada, estoy durmiendo, pero estoy despierto. Manchas de color púrpura danzan sobre el fondo de mis párpados cerrados y un montón de personitas pequeñas tocan una campana, o un silbato. Un timbre, suena un timbre. Sé que es un timbre.
  -No me jodas- Sara maldice pero no sé a que se refiere. Intento abrir los ojos pero tengo las pestañas soldadas. Cuando lo consigo, escucho gritos y golpes.
Es la voz de Beth. Beth ha venido a rescatarme. Por desgracia es de noche y por la ventana ya puedo ver renos corriendo por las nubes, ninguno tiene la nariz roja.
Miro delante y veo a Beth empujando a Sara.
  -¡¿Qué le has hecho?!- Ruge mi superheroína.
Beth grita y llora, corre al lado mío y se sienta junto a mí poniéndome las palmas de su mano en la cara.
  -Ciro, estoy aquí, he venido a ayudarte, vámonos a mi casa.- Está roja de rabia.
  -¡Beth! Dile a Sara quien descubrió América en realidad, díselo.- Sara le dice algo a Beth, ella le grita otra cosa a su vez. Creo que Sara decía que yo prefería quedarme, y eso no es verdad.
Beth intenta levantarme, yo también lo intento. Consigo caminar hasta la puerta aunque he tirado un vaso al suelo y ha estallado. Antes de salir, miro hacia atrás y veo a Sara, ahora me da miedo. Me saluda infantilmente sacándome la lengua.
Sólo veo fragmentos de visiones de la realidad.
Beth me sube a un coche.
Beth me grita y conduce muy rápido.
Estoy tumbado en los asientos de atrás.
Estamos en otro apartamento, mucho mas moderno y bonito, con tonos grises y blancos.
Un sofá con cojines me abraza, tengo una manta roja puesta y estoy muy a gusto. Beth habla por teléfono y sigue llorando.
Se sienta en el suelo y me mira a los ojos.
  -¿Estás bien? - Me pregunta con los ojos hinchados.
  -Estas al lado mío, entonces si.- Sonrío sin abrir los ojos y noto que me besa los labios.
  -Siento haberme ido, no te quiero dejar solo nunca más.- Se levanta y se tumba conmigo en el sofá, es bastante ancho.
Tapados, nos miramos.
  -¿Qué me ha pasado Beth?- Tengo un sueño tremendo.
  -Mañana te lo explico, ahora vamos a dormir.-
  -No sé ni dónde estoy, no se que hora es ni que ropa llevo puesta. Sólo se que estoy acurrucado en tus brazos, y no quiero dormirme y que eso sea un sueño, quiero que sea real, no como los renos o los asiáticos.- Voy perdiendo el conocimiento poco a poco.
Beth se ríe un poco y me besa en la frente.
  -Estoy aquí contigo, soy real. No me voy a ir. Te amo Ciro.-
Esas palabras son como un dardo somnífero. Pierdo el hilo de la consciencia y me sumerjo en mis sueños sobre renos y asiáticos junto a Beth.

SENTIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora