Querida Rosa; Meanie

«Mejor callar que abrir la bocota.»

No es necesario enamorarse para ser mejor. No tienes que andar preocupado de un aniversario, ni mucho menos de estar prestando atención siempre de esa persona. Pero también tiene sus ventajas. Como por ejemplo, la seguridad de saber que tienes a alguien ahí, que esa persona te entregue cariño pese a tus defectos.

El amor es bonito....

Aunque no todos pueden aguantar, probar, o soportar aquel dulce sabor. Como un plato exquisito que no todos pueden probar. Lamentable, pero cierto. 

Algunas personas no se han llegado a enamorar. O querer estar con alguien.

Otros no tienen el coraje de poder decirle a esa persona, dejándola escapar de las artimañas de el amor. 

E incluso, algunos lo toman a la ligera, manipulando a las personas que sienten esas cosas. 

Hay tantas formas de verlo. Tantas formas de tomar un enamoramiento, o simplemente dejarlo pasar. Tantas formas de verlo, que ni siquiera se sabe como hacerlo sin resultar herido. Es parte de los daños colaterales. 

Wonwoo estaba en duda, no sabía si seguir con sus sentimientos,  si decirle y luego correr, o dejar de molestarse por ello. Él tenía novia, era inalcanzable. Tampoco quería interferir en la relación con su novia, no era un desconsiderado, mucho menos egoísta que quería quedarse con él cuando no era un sentimiento recíproco. 

Cuando era el recreo de el almuerzo. Los pasillos estaban vacíos, los amigos de Wonwoo estaban en la cafetería, pero él no. Estaba a punto de romper el papel de color azul que traía en sus manos. Tenía un dibujo que él mismo había hecho de una rosa. Una rosa azul. A Wonwoo le gusta investigar sobre flores, por simple hecho de que tienen tantas variaciones, diversidad y significados que sólo ama verlas e investigarlas. Tenía las dos sencillas palabras, entre otras cosas que había escrito. 

Estaba sobre el casillero de Mingyu. Este se estaba escapando de su novia, quien seguro lo obligaría a almorzar juntos incómodamente. 

Se encontró con Wonwoo, quien echaba con las manos temblorosas la nota en su propio casillero. Corrió a tomar el brazo de Wonwoo, y cuando estuvo cerca, lo miró. El mayor se había congelado. 

—M-Mingyu...—Susurró sin aire.

—¿Eres tú? El que deja las notas.—Apuntó el casillero, con unos ojos completamente curiosos, pero a la vez molestos. Wonwoo estaba congelado, y no sabía ni como contestar. 

—C-Claro que no. Son de alguien que me pidió que lo dejara...

—Seguro.—Rodó sus ojos, mientras veía a Wonwoo con total cara de seriedad. 

Ambos se quedaron callados. El más alto suspiró, y miró a Wonwoo.

—Dile a esa persona, que no me interesa nada. No quiero más de sus notitas, y mucho menos hacer que mi novia se entere. Más le vale que no me mande más. Estoy teniendo problemas con ella por detalles tan tontos como estos.—Abrió el casillero, sacó la nota, se la mostró a Wonwoo, y la rompió en dos. Ni siquiera se molestó en abrir el papel para verlo. 

Wonwoo tragó saliva, junto a una amargura de querer llorar gigante que pasó a su pecho. 

—E-Está bien.

Mingyu sin soltar los pedazos de el papel azul, lo fue a depositar en una papelera. 

Wonwoo había desaparecido cuando él se había dado una vuelta. 

Se fue a los baños antiguos, unos baños que nadie ocupaba, puesto que existían los nuevos. Se sentó en el piso especialmente limpio de aquel cubícalo estrecho, y con las piernas en su pecho, suspiró. Recordó el empeño y cariño que había puesto en las notitas, y lloró.