«El edificio más alto donde los sentimientos fluyen.»

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Ambos estaban en el edificio, compartiendo los suspiros más altos, más altos que los edificios que se imponían frente su vista, más altos de lo que creen.

El aura romántica que provocaban con una mirada, una sonrisita traviesa y un leve cosquilleo en el pecho. Ambos no sabían lo que provocaban en el otro. Sus besos cortos, las miradas y los suaves toques con sus manos que hacían algo más que un roce. Ninguno podía decir lo que sentía, no encontraban las palabras, por más que agitaran el diccionario para describir, no podían. 

Estaban abrazados, Wonwoo estaba leyendo. Por alguna razón, al menor le gustaba, escuchar las páginas pasar con los dedos delgados de su pequeño chico travieso que pasaba con suspiros de emoción ese libro. El frío estaba más fuerte de lo normal, el otoño se avecinaba y eso traía bajas temperaturas, hojas cayendo y jardineros rabiando por las hojas que caen. 

Pero ellos se preocupaban por el otro para no pescar un resfrío. 

—¿Por qué te gusta tanto este libro?—Preguntó Mingyu cuando el mayor bostezó luego de terminar un capítulo entero. Este cerró el libro, y se removió en los brazos de Mingyu para acariciar su cara.

—Porque es de policías, y habla de la psicología, pero lo más impresionante es cuando piensas que va a pasar algo pero sucede algo diferente. ¿Lo entiendes...?—Dejó la pregunta al aire, mientras veía el ronquido falso de Mingyu, simulando aburrimiento.—No es mi culpa que seas un ignorante cavernícola que no lee ni un texto para la escuela.—Le dio un leve pellizco en su brazo, para luego reír. 

—Al menos no gasto mi tiempo con mi novio para leer que eso lo puedo hacer en cualquier momento.—Se cruzó de brazos, desviando su mirada con un puchero y el sol pegando en su mejilla con un leve toque de esos rayos cargados de energía, haciendo ver una tez más morena en contraste con el pálido Wonwoo, quien se acercaba con un mohín en el rostro.

—¿Me llamaste novio? ¿Desde cuando tenemos esa confianza?

—Desde que puedo comerte a besos.—El libro cayó al suelo, siendo la menor responsabilidad en esos momentos. Mingyu estaba sobre Wonwoo haciendo cosquillas, sacando risas y distrayéndose de todo lo que en su ambiente normal podía existir.—Si no te molesta ahora te llamaré así frente a otros.—Sus cosquillas cesaron para dar un beso corto pero placentero en sus labios. Sus miradas eran coquetas, con un vaivén que los hacía vacilar en un latir y bombeo de sus corazones. Eran dos chiquillos, dos jóvenes que disfrutaban de una mirada que iba más allá de sólo un par de besos. Eran más que sólo un amor de adolescentes. 

—No me molesta en lo absoluto.—Le dio un casto beso en los labios al más alto que lo tomaba por la cintura con delicadeza. Su mirada era de absoluta ternura, como el principiante que era, el principiante que probaba por primera vez esos labios que tenía en frente. Y parecía cada beso el primero que daba en su vida. Con la inocencia de un niño plasmada en cada una de las acciones del chico que a pesar de todo, era mayor.—¿Por qué eres tan...?

—¿Tan?

—Tan bonito.—Sonrió, con los ojos achicados, los labios delgados por esa sonrisa, y los pómulos levantados, con esa ligereza en sus acciones, como plumas.—Bueno, diría más, pero digamos que la lengua no me da para más.

Mingyu rió, para luego acercarse, darle un beso en la mejilla y separarse levantando el libro. Cuando se dio cuenta, el marca páginas había caído, perdiendo la página de la lectura concentrada de Wonwoo. Rió al ver como había perdido la página. Wonwoo levantó sobre su nariz los lente que cayeron rápidamente al ver como Mingyu buscaba la página que supuestamente había quedado.

—¡No me jodas! No sé por cuál página iba.—Trató de buscar páginas similares. Pero sus ojos buscaban con dificultad las palabras que sonaban en su cabeza.—Te odio.—Le dio un golpecito en el hombro al menor que estaba riendo por el rostro angustiado del chico de lentes. 

Querida Rosa; MeanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora