Soldado que arranca sirve para otra guerra.
La casa de dos pisos de Wonwoo, era de una altura considerable, y sólo le convenía ir abajo, correr con una mochila e ir a su verdadero hogar.
Estaba caminando en círculos por el piso alfombrado de su habitación. Mirando el piso, decidiendo si era la mejor opción. Si estaba siendo muy inmaduro. Su mochila se veía tentadora. Para tomar todo, echarlas acá y correr, correr hacia su hogar. Abrazarlo, sentir su perfume y besar su mejilla. Pero no, no estaba con él.
No quería llevar su relación de madre e hijo a más odio, no quería que las cosas se tornaran más oscuras de lo que ya son. No quería sufrir más.
Pero estaba harto.
Se acostó en su cama, boca abajo, con la cara contra la almohada, tratando de no llorar, tratando de no patear todo y salir de esas cuatro paredes.
—Joder.—Suspiró dándose una vuelta sobre su cama, mirando el techo con una sonrisa burlesca, como si se estuviera riendo de él mismo. No podía creer la realidad que vivía.
Salió de su habitación, tratando de ver si su madre se encontraba por ahí. Viendo así una escena bastante rara, donde su madre estaba siendo agarrada por las muñecas del novio de ella. Se quedó callado, estaba preocupado. Tampoco quería que le pasara nada malo a su madre. Bajó las escaleras, tratando de evitar lo que podía acontecer si no actuaba.
—¿Qué pasa?—Dijo el chico pelinegro con su mirada confundida, mientras el novio de su madre, que olvidó su nombre, soltaba con sorpresa a su madre.
—No pasa nada...—Susurró su madre. El novio de ella suspiró, mirando con enojo a Wonwoo.—Vete ya.—Dijo con enojo a el novio. Este tomó su chaqueta y de un portazo dejó la casa.
—¿Qué pasó?—Dijo con tono molesto el pelinegro, mirando a su madre con aires de pregunta, exigiendo respuestas.
—Nada. No importa.—Con sus tacones sonando, tomó el último sorbo de su vino, para luego dejar la copa por ahí y subir a su habitación.
La noche pasó, llena de dudas, preguntas, incertidumbre y mucha preocupación. No pudo dormir hasta las tres de la mañana, cuando se quedó dormido por el cansancio el pelinegro.
Se levantó tarde, saliendo tarde y por lo tanto llegar con tardanza a la escuela. Entró a la clase con discreción, viendo a Mingyu en una esquina, con una sonrisa que el iluminó el rostro cuando Wonwoo entró. Este se sentó, sacó sus cosas e intentó concentrarse pese a la mirada atenta de su compañero de puesto, Joshua. Comenzó a tomar apuntes ignorando sus ojos finos llenos de dudas y preguntas.
—Mingyu preguntó por ti antes de empezar las clases. ¿Todo está bien?—Joshua dijo mientras los demás alumnos intentaban prestar atención. Su cuchicheo no pasaba desapercibido.
—Sí, sólo se preocupaba porque le conté lo que pasa con mi madre. No es para tanto.—Se encogió de hombros, mientras su mano seguía pasando sobre la hoja de papel blanca, con su lápiz en mano. Trataba de concentrarse, pero luego las imágenes de ayer por la noche no lo dejó. Seguía repitiendo ese agarre sobre las muñecas de su madre y se asustaba. No sabía como todo podía desenlazarse.
—Sí es para tanto. Tu familia es complicada. Es normal que nos preocupemos o que él lo haga también.—Se encogió de hombros, dejando en completa intriga a Wonwoo.—Al menos se preocupó.
Se quedaron callados el resto de la clase y cuando salieron de recreo, Wonwoo quedó con sus amigos, conversando, hablando y jugando un poco.
Tenían una pelota de basquetbol. Estaban en la clase de educación física, corriendo con la pelota. El menudo Wonwoo tenía un leve distintivo de color amarillo y sus amigos eran de su equipo. Mientras que otros, que eran, Seungcheol, Mingyu y lo que parecía un chico desconocido, corrían con otro distintivo de color azul. Bloqueaban a cada uno de los otros, tratando de robar la pelota y encestar.
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Querida Rosa; Meanie
FanfictionRelación seria. Mingyu lo sabía. Wonwoo tenía otras cosas que atender, como por ejemplo, dejarle notitas a aquella persona que ya estaba comprometida con alguien más. Unas pequeñas palabras y una curiosidad picando el estómago. Dos sencillas palabr...