Estaba echa un mar de lágrimas, si abuelo había desaparecido, no sabía dónde estaba su hermano y veía como ese español se acercaba cada vez más a ella.
Los meses pasaron, el español la nombro su colonia y si hija pero ella lo odiaba por todo el daño que le había echo a ella y a su pueblo.
Por mucho tiempo nada alegro sus días.
Pero ella llegó, con su hermosa cara y su increíble ímpetu sacándola de tanta oscuridad.
Se amaron, con tanta fuerza y emoción que nada pudo separarlas.
