Julio estaba rojo hasta las orejas, sus rodillas temblaban como espagueti y su estómago parecía un enjambre de abeja enloquecidas más que las delicadas mariposas que todos describían.
Bajo él se encontraba su amigo venezolano, que con sus grandes y hermosos ojos verdes lo miraban con duda, sus cabellos negros resaltaban alborotados entre el césped verde, sus brazos musculosos, bronceados y masculinos que lo sostuvieron para que no se golpeara y su pecho desnudo y definido por el ejercicio tenía una fina capa de sudor que lo había ver brillante. ¿Podía ser más atractivo este hombre?.
-Julio... - lo llamo con voz burlesca, como la primera vez que se habían visto.
-Angel... lo siento- respondió tímido, como siempre había sido.
-No te preocupes Juli, los accidentes pasan y sobre todo si estás aprendiendo algún deporte nuevo- hablo con una sonrisa amable.
-No sirvo para el deporte-se mortifica el boliviano con las manos sobre su rostro.
-No digas eso, estas aprendiendo- volvió a hablar con amabilidad.
El silencio volvió a reinar y los dos latinos no parecían estar convencidos de romperlo. La incomodidad empezó a salir a flote y los brazos de Angel se empezaron a cansar se sostener al moreno sobre él. El venezolano trago grueso y dejó que el cuerpo de Julio cayera con suavidad sobre el suyo, sus caras quedaron muy cerca y el boliviano sentía que su corazón en cualquier momento se iba a desbordar. Ángel con una sonrisa compasiva acercó su cara a la del boliviana deteniéndose a sólo centímetros de este.
-¿Puedo?-
-¿Q-que?-
El más bajo se paro con rapidez y se alejo a grandes zancadas de su "amigo".
