"Tiempo de decir adiós".

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Un nuevo día comenzaba, ese fin de semana estaba destinado a un sinfín de intensas emociones y la noche anterior había sido apenas un entremés.

Se levantó cabizbaja, pero no podía permitirse caer, con un proyecto que entrevista su mente y su nuevo amigo haciéndole compañía, podría pasar sin mayor problema ese fin de semana de incertidumbre. Luego de un interesante itinerario escolar y de que su proyecto hubiese sido oficialmente aprobado por la profesora, se dirigió al punto de encuentro con el chico de ojos esmeralda, quién, para su sorpresa, lejos de encontrarse calentando para comenzar lo más pronto posible, ¡Se había quedado dormido!, ¡Justo en la misma banca!, Con un par de lentes oscuros y su propio flequillo haciéndole sombra y con un libro bastante familiar apoyado en una de sus piernas.

-¡Ey!, ¡Em!... ¡Despierta!- Susurró cortésmente mientras agitaba un poco el hombro del adormilado jóven, quién se reincorporó lentamente entre quejidos y bostezos.

-Hola...- Se limitó a decir el encorvado muchacho.

-¡Te ves terrible!- Exclamó con un poco de estupor.

-A mí también me da gusto verte- Se le notaba el cansancio y mal humor.

-¿Me vas a decir qué te ocurrió y por qué tienes mi libro contigo?- Preguntó la chica un tanto molesta.

Luego de un largo bostezo, aclaró el asunto, - Ambos van de la mano... Ayer te fuiste tan apurada que olvidaste ésta joyita de libro detrás, no recuerdo en dónde vives y ya quería irme a casa, tampoco dejaría que alguien más lo tomara, así que me lo llevé, no tenía nada que hacer en el camino así que comencé a leer un poco... Y lo último que recuerdo es que, era tarde, abordé el tren y vine aquí... ¡ESPERA!, ¡¿Qué ocurrió con el detective Jones?!- Exaltado, tomó el libro de nuevo y lo colocó frente a él, abriendo los ojos de más buscando entre sus líneas la parte en la que se había quedado dormido.

-Veo que te ha gustado... Entonces, ¿Llevas leyéndolo desde ayer?... ¡¿No dormiste?!-

Sin despegar los ojos de las páginas, apenas respondió con un, -No-.

«Hombre de pocas palabras...» Pensó la asombrada chica, «No pensé que le gustaría tanto leer... Mucho menos una novela policíaca» Enternecida y por encima ignorada, desistió de intentar hacer que volviera a la realidad, miró por encima del libro que ya había leído un par de veces y decidió esperar a que llegara al final del actual capítulo, faltaba poco, ó eso creía, el chico se tomaba su tiempo, así que fue a conseguir un par de vasos con café para intentar darle algo de energía, pues tenían mucho que hacer, al regresar, para su sorpresa, el chico apenas había pasado un par de páginas. -¿Aún no terminas?...¿Ó es que ya empezaste con el siguiente capítulo?, Te dije que sólo uno más, debemos comenzar-.

Refunfuñando, la miró por encima del libro y siguió leyendo, -Leo con calma... Belle me enseñó a leer, ¡Pero nunca había leído tanto ni con el tiempo contado!-

-E-Entonces... ¡¿No vas a la escuela?!-Era, oficial, se sentía realmente incómoda.

-Ni siquiera estoy registrado, ¿Cómo esperas que vaya a una escuela?-

Un escalofrío recorrió el cuerpo de la jóven, aunado a una sensación de vacío en el estómago, «No creí que la situación fuera tan grave...» Tomó asiento a su lado, tratando de asimilar lo que le habían confesado, ¡Literalmente su sola existencia era ilegal!, No pudo evitar sentirse incómoda cuando vió pasar a un oficial de policía, trató de imaginar lo que sería vivir con ese temor cada día, miró al chico un par de segundos y decidió tomar el libro entre sus manos, apoyandolo en sus piernas. -¿En dónde te quedaste?- Una vez el chico le indicó la línea, comenzó a leer para él pasando por alto el tiempo, dedicándole un par de capítulos más.

"Encuentro prodigioso"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora