CAPÍTULO 4

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—¡Gracia! —gritó dandome un tremendo susto que hizo que diera un brinco en mi lugar. La antes mencionada salió de un pasillo secándose las manos en su mandil blanco.

—Dígame, señor. —dijo ella. Era una mujer muy joven, su pelo es rojo quemado, su piel demasiado blanca, casi lechosa y tiene unos ojos peculiares: uno de ellos es azul y el otro café. Magnífico y extraño.

—Sube la maleta de mi esposa a mi habitación. Y dale algo de comer.

La joven entreabrió los labios sorprendida, pero no hizo ningún comentario, tomó la maleta y la mochila que Anthony le entregó y comenzó a subir las escaleras frente a nosotros.

Por otra parte, Anthony observó su reloj y comenzó a caminar hasta perderse en uno de los pasillos. Yo, por otra parte, caminé hasta las raras pinturas, observando a detalle. 

—¿Desea comer, señora? —salté en mi lugar. Gracia, la joven pelirroja estaba a un lado de mí. ¿En qué momento llego? 

Asentí aún conmovida por su tan repentina y silenciosa llegada.

Ella caminó delante de mí guiándome hasta la cocina. Al llegar había otras dos mujeres en ella, una de pelo negro y otra rubia. Ambas mujeres sólo me observaron al igual que a mi compañera rojiza.

—Ella es la esposa del Señor Clive. —les informó. Las dos mujeres tuvieron la misma impresión que tuvo Gracia momentos atrás, pero igual que ella, nadie comentó nada.

Después de comerme toda la reserva de comida salí de la cocina, no sin antes agradecer a las mujeres su amabilidad. Gracia gentilmente se ofreció en mostrarme la habitación de Anthony; no muy contenta acepté, y no por ella, sino más bien porque no deseaba compartir habitación con él.

Subió la escalera y dando varias vueltas entre pasillos llegamos a ella. Gracia puso la llave y en un grácil movimiento giró la cerradura, abriendo la puerta.

—Aquí es, señora, esta es la habitación del Señor Clive, cualquier cosa, no dude en llamarme, estoy a sus servicios. La joven se  adentro en la lujosa habitación.

—Si desea ropa nueva, está en esta puerta. Caminó y abrió la puerta que daba a un segundo cuarto dentro del mismo. El señor me ha pedido que compre algunos cambios para usted, solo que no me describió su complexión. Espero le quede y sea de su agrado.

—¿Anthony les habló de mí? —la miré curiosa.

—El amo, disculpe. El señor Anthony la ha estado esperando por años, señora.

-¿Que? ¿A qué te refieres?

—¿Desea algo más, señora? —me preguntó evadiendo mi pregunta. Bueno, ya que iba a evadir mis preguntas, me arriesgué en pedir un pequeño detalle.

—Solo una cosa más —la tomó de la mano— ¿podrías conseguirme un teléfono? Quiero hablar con mis padres. Les echo de menos. — Menti de manera descarada. Pero ella no sabía la horrible relación entre mis padres y seguro que ella tendría un teléfono. De esta manera me conectaría con una amiga y le diría donde estoy y Elton vendrá a salvarme.

—Bueno, el único con teléfono móvil es el Señor Clive… Si desea le puedo decir a alguien que busque…

El estruendo de la puerta siendo brutalmente abierta hizo callar a la pelirroja. El humor de la habitación cambió y sentí la intensa mirada de Anthony sobre mí.

Destino; Atada A Ti © Nueva actualización Donde viven las historias. Descúbrelo ahora