CAPÍTULO 20

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Tengo el corazón latiendo como caballo sin rienda, de pronto siento las manos temblorosas, sus palabras me conmovieron hasta hacer vibrar mi corazón. La tristeza que sus ojos dibujan es igual o más que la que yo un día represente. La pérdida o ausencia de los padres es algo muy duro para un hijo, es como si estuvieras dentro de un enorme océano sin nadie que te diga como nadar y salir a la superficie para no terminar en el fondo del océano, ahogado y sin consuelo.

Y de repente los malos recuerdos de mi niñez se mezclan y se juntan creando un gran nudo en mi cuello y estómago. Los ojos se me llena de lágrimas pero intento con todas mis fuerzas retener las lágrimas, jamás me ha gustado que me vean llorar y hoy no será día para comenzar.

Trago el nudo en mi garganta.

-¿Cómo se llamaba tu madre?- le cuestione, increíblemente mi voz sonó segura. Aún seguía acariciando el collar entre mis dedos.

Anthony tenía su semblante serio, inexpresivo.

Sin previo aviso se alejo de mi. Lo mire caminar hasta el lado derecho de la cama, se arrodilló y sacó un pequeño baúl; estaba viejo y desgastado, y al abrirlo creo un horrible rechinido que sonó por toda la habitación, metió la mano y saco algo dentro de él. Al tenerlo en sus manos se levantó con suma rapidez.

En sus manos traía algo cuadrado de color café, al llegar otra vez hasta a donde yo estaba me lo entregó.

El pequeño cuadro estaba muy maltratado de las esquinas y ya había perdido el color original, el vidrio que dejaba ver la foto estaba empañado, al igual que la foto estaba desgastada y borrosa, seguro a causa de tantos años. Pero aún a causa de eso, el rostro de la mujer se podía ver perfectamente. Sus ojos eran rojos, y aunque estaban sin mucho color, se podían ver alegres y llenos de vida, o al menos eso quise creer yo, pero lo que sí es totalmente seguro son los parecidos que tiene Anthony con ella, ambos tenían el cabello negro, nariz pequeña y respingona como también el grosor de los labios era muy similar.

-Es... hermosa- murmuró aún absorta en la foto.

Anthony soltó un suspiro cansino y me miró, con esos peculiares ojos verdes, llenos de dolor y sufrimiento.

-Su nombre era, Selene Markov.- dijo el apagado de sí mismo- Era hija de Michael Markov, líder de los vampiros en Europa.- me informa.- Ella, al morir su padre, fue ascendida a líder del clan. Para todos era la reina de los vampiros, justa y valerosa. Gobernaba en compañía de su esposo, Anthony todo el aquelarre...

-¿De ahí tu nombre? Te llamas igual que tu padre...- lo interrumpo, si algo detesto de mi misma es la mala costumbre de interrumpir cuando alguien está contándome algo, pero simplemente no puedo controlarme.

Sus ojos se oscurecieron, su mirada se volvió fría y su rostro se contrajo.

-No, Malory. Mi padre no es él. Mi padre era Máximo Ainsworth, un hombre lobo cegado por la ambición de controlar el mundo, un maldito narcisista.... un monstruo.- dijo con voz cruda. Sus ojos se volvieron negros pero sólo duraron un instante de ese color, para después volver a ser verdes.

-No comprendo.

Él se quedó mirando la cadena en mi cuello, con demasiado detalle. Parecía ido, como si estuviera su cuerpo aquí pero su mente en otro lugar.

Suspiro con pesadez y se alejo de mi, camino hasta el ventanal y comenzó a hablar:

-Todo esto realmente inició cuando apareció la Peste Negra, y la población de humanos disminuyó a sobre manera. Los hombres lobo de aquel tiempo aprovecharon la crisis para dominar el mundo. Máximo Ainsworth era su líder, él era un hombre ambicioso, arribista y narcisista. No tenía escrúpulos ni respeto hacia los humanos, para él eran sólo cucarachas estorbando en el mundo y debían ser aniquilados.- se detiene unos minutos y prosigue:- Para finales de mil trescientos ya había destruido más de una decena de pueblos, y esclavizado a más de cinco mil humanos. Todo en aquel tiempo era desastroso y un completo caos. El mundo cayó a sus pies para mediados de mil cuatrocientos, sin embargo él creía que sólo existía su especie, hasta que un vampiro llegó a sus tierras. Máximo al enterarse decidió enviar un grupo de lobos a buscar el vampiro, por mala suerte no sólo encontraron uno, si no a todo un aquelarre, intentaron matarlos y someterlos pero no contaban con que eran seres igual de poderosos que ellos. Los vampiros defendieron sus tierras y a su reina. Victoriosos por destruir aquellas bestias no prestaron atención y se fiaron en que sólo eran ese pequeño grupo. Pero lastimosamente no era así. Máximo se enteró e invadió aquel aquelarre, sometió y esclavizó a todos...

Destino; Atada A Ti © Nueva actualización Donde viven las historias. Descúbrelo ahora