CAPÍTULO 1

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15 de abril de 2011

Al entrar a la iglesia vestida de blanco, me invaden emociones abrumadoras. Siento nervios, miedo y una profunda desesperación al ver al hombre desconocido esperándome en el altar. Mi corazón late rápido, intento mantener la compostura mientras camino hacia él. La angustia, la confusión y la sensación de pérdida de control me abruman en este momento tan difícil.

Mientras avanzo hacia el altar, mis ojos recorren a las personas presentes en la iglesia. Algunas me miran con curiosidad, fijando sus ojos en mi vientre, mientras que otras más cercanas me observan con melancolía. 

Mi padre me sostiene de la mano sin hacer alguna expresión de arrepentimiento. Llegamos al altar y el hombre gira para darme la cara. Esta es la segunda vez en toda mi vida que veo ese rostro.

Él tiene una mandíbula firme y marcada, sus pómulos están definidos y resaltan su intensa mirada, sus ojos son verdes profundos, sus labios finamente contorneados con una media sonrisa, la típica sonrisa que haría que cualquier mujer se deshaga a sus pies, mientras que yo estoy por caer al suelo del pánico. Al estar a su lado lo veo por el rabillo del ojo y veo en su mejilla izquierda como una sutil cicatriz serpentea desde su oído hasta casi llegar a sus labios.

Trago saliva; no sé que me pueda esperar al lado de este hombre. Quizás es un psicópata enfermo y yo soy su nueva presa. La ceremonia comienza, pero yo no entiendo ninguna palabra que habla el sacerdote hasta que escucho la típica pregunta.

—¿Señorita Maroly Rose Evan's acepta como esposo al joven Anthony Clive Ainsworth como esposo para amarlo, respetarlo, cuidar de él en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza… Hasta que la muerte los separe? — Termina el cura dándome una sonrisa que hace que sus mejillas se llenen de pequeñas arrugas que llegan hasta debajo de sus ojos.

¿Cómo esperan que llegue a respetar a alguien que necesita recurrir al dinero para tener una esposa? ¿Cómo esperan que llegue a amar a alguien que no conozco?

Pero claramente, él no sabe que esto es un convenio, un trato, una compra y venta de mí… Mi padre me está obligando a casarme con este tipo que apenas he visto dos veces en mi vida. Aun recuerdo ese maldito día. Hace un mes mi padre lo presentó como mi futuro esposo y dueño. Él me explicó de la manera menos caballerosa y parternal posible que había tenido que recurrir a venderme para salvarse el cuello.

Miro a mi prometido. Su rostro indescifrable me observa con una sonrisa dibujada en sus labios, burlándose de mí. Sabe perfectamente que no tengo más opción que aceptarlo en mi vida, si no ¿por qué de otra manera sonrie de esa manera?

"Sí prometo odiarte el resto de mi vida", pienso para mis adentros, jurando a mí misma no sucumbir a sus deseos. "No sabes lo que acabas de comprar"

—Sí, acepto. —contesté reuniendo la fuerza necesaria para no gritar a los cuatro vientos la porquería que mi padre y este hombre hacen. Tenía que sonreír cuando era lo último que me apetecía hacer.

 
 Hoy mi libertad ha sido arrancada y no puedo hacer nada, mi padre tenía demasiadas deudas de juego y poco dinero en la billetera, pero algo que le hace más falta, tener la suficiente hombría para salir de sus deudas sin dañar a su familia, a su hija.

—Joven Anthony Clive Ainsworth acepta como mujer a la señorita Malory Rose Evan's para amarla y respetarla, y cuidar de ella en la salud y en la enfermedad.

—Acepto. — Él interrumpe al anciano dando por terminado su discurso. Anthony toma mi mano izquierda y me obliga a quedar frente a frente,  evite todo contacto visual con sus penetrantes ojos, mientras sigue sosteniendo mi mano, coloca un ostentoso anillo de oro con un exagerado diamante en mi dedo anular.

Destino; Atada A Ti © Nueva actualización Donde viven las historias. Descúbrelo ahora