Poco antes de que el sol marcará el inicio del nuevo día, yo había optado por salir a caminar. La oscuridad de la madrugada, y la suave pero fresca brisa siempre ayudaban a calmar mi corazón cuando los recuerdos se volvían demasiado fuertes, y los ataques de pánico comenzaban.
Las ventajas de vivir en el campo eran que el bullicio de la ciudad aún no llegaba a estas tierras, y la conexión con la naturaleza se daba con más facilidad. Mis pasos eran lo único que se escuchaba además de los primeros cantos de las aves que iniciaban su día. Seguramente la servidumbre se preocuparía por mi, en especial Wei, pero se que han logrado comprender mi comportamiento errático durante estos últimos tres años.
El camino que tomó sin percatarme es uno que me lleva por mil recuerdos. La mayoría de ellos hermosos pero teñidos con esa nostalgia que sólo un evento pasado logra dar. Una sonrisa triste logra colarse en mis labios ya que este tipo de caminata nocturna era lo que ella solía amar.
Recuerdo como si fuera ayer como todo comenzó, mi familia estaba cansada de vivir en Hong Kong, por lo que decidieron venir a vivir a las afueras de Londres. Los negocios de mi madre nos permitían vivir lejos del caos citadino, y aun así institutrices eran el único contacto externo que teníamos aparte de la servidumbre. Pero un día, el mejor amigo de mi padre se instaló a pocos kilómetros de nuestro hogar. El señor Kinomoto venía de Japón en busca de mejores doctores para su esposa Nadeshiko, quien era por naturaleza una mujer de delicada condición. No bastaron ni tres segundos para saber que estaba perdido. Aquellos ojos esmeralda me habían cautivado apenas se posaron en mi. La niña, tres meses mayor, se había convertido en mi razón de querer ser mas sociable. Deseaba entablar más conversaciones de las que mis nervios permitían, deseaba causar sus risas, y aún más: volverme aquel que logrará pedir su mano cuando el momento llegará.
Los años pasaron y Sakura se convirtió en mi amiga y confidente. Los momentos a su lado me daban un motivo para soportar aquella presión que empezaba a caer sobre mis hombros como el heredero de la compañía de mi familia, pero ella, Sakura, era capaz de dibujar en mi rostro la más amplia sonrisa. Una cosa pronto llevó a la otra y aquel amor que guardaba desde que éramos niños floreció en el romance más intenso y hermoso de mi vida.
Mis recuerdos se ven interrumpidos al llegar a una pequeña colina, el cielo empezaba dejar su tonalidad oscura para dar paso al nuevo día. Y es cuando veo el lugar al que mi cuerpo me trajo que siento como mi pecho da un vuelco.
Este campo de gardenias, con su exquisito aroma es el lugar que guarda mis recuerdos más hermosos y dolorosos. Fue en este lugar donde Sakura y yo compartimos muchas de nuestras primeras veces. Donde sus labios tocaron los míos por primera vez en aquel amor de adolescentes o donde sus caricias más íntimas ahora estaban tatuadas en mi piel. Eran tantos los momentos que pasábamos aquí que su característico aroma a cerezo era reemplazado por la dulce fragancia de estas flores blancas. Fue en este lugar donde nos juramos amor eterno y enlazamos nuestras vidas en matrimonio.
Me doy cuenta que ya no puedo caminar más, es una ventaja que los tenues rayos del sol aparezcan ya que logran hacer que mi cuerpo sienta una calidez reconfortante que se pierde al saber que los recuerdos más dolorosos están aquí.
Aquí fue donde perdió la conciencia por primera vez. Su pálido rostro y el pánico en mi voz mientras gritaba su nombre es algo que aún me despierta en mis pesadillas. El pronóstico después de eso no era alentador. Tenía la misma enfermedad que su madre más los síntomas eran más agresivos. Este campo de gardenias era lo que ella añoraba ver todas las mañanas al amanecer así que yo la traía sin importar lo arduo de la caminata, la cargaba en mis brazos rogando a las estrellas que todo saliera bien. Pero la vida es cruel y no todo es un cuento de hadas.
Es en este campo de gardenias donde dio su último aliento después de 24 años de vida de los cuales 14 fueron a mi lado. Una sonrisa y un gardenia son lo último que recuerdo de ella mientra mis lágrimas cubrían mi rostro rogando por que fuera sólo una pesadilla.
Su tumba no está en este lugar pero su alma y mis memorias mantienen ese vívido recuerdo de la que fue el amor de mi vida mientras estoy en este campo de gardenias.*
************************* ******************************* **************************
N/A
Escrito por mel_kari
Hermosas flores las gardenias :D
ESTÁS LEYENDO
Reto Fictober 2019 - Colaboración.
FantasyTreinta y un días, treinta y un palabras. ¡Este es el reto Fictober 2019! Cada día del mes, una historia original.