Química. En la mayoría de los diccionarios seguramente estaba definida como la ciencia que estudiaba la composición, estructura, propiedades y transformación de la materia, pero en realidad, era mucho más que eso. Una ciencia tan amplia y maravillosa que era capaz de seducir con sus propuestas, estudios y descubrimientos. Los átomos y las partículas subatómicas guardaban en ellos los secretos del inicio del universo mismo y por eso me resultaba tan fascinante, al punto de escoger la química como mi vocación.
Apenas estaba iniciándome en este mundo, una sencilla estudiante universitaria de cuarto año, pero eso no le restaba puntos a mi pasión y entrega. Las noches sin dormir, los libros gruesos por leer, los problemarios infinitos por resolver, las maravillosas prácticas en los laboratorios, todo ésto era parte de mi formación como investigadora y lo disfrutaba maravillosamente.
Mi entusiasmo por mi carrera era tal que veía la química en todos lados. En objetos cotidianos, en nuestro cuerpo, en la comida, ¡incluso en las estrellas! Los astrónomos no eran los únicos que alzaban la vista al cielo, no. Los químicos también estudiábamos las estrellas y en ellas se encontró la posible respuesta a la creación de los elementos. Química estelar, señores. Interesante y hasta poético... Y hablando de poesía...—Deben recordar que algunos ligandos pueden alterar la funcionalidad del complejo metálico y pueden participar activamente en su reactividad. Por lo tanto, en la química organometálica solemos clasificar los ligandos según la interacción que suelen tener con el centro metálico.
Sí, ésto era poesía pura... pero no me refería a la clase magistral de en la cual estaba. Su voz era como un suave ronroneo, sensual y atrayente, al punto de prestar atención únicamente al sonido y no a lo que estaba tratando de explicar.
Suspiré al verlo girarse para escribir un ejemplo de un compuesto organometálico de vanadio y las interacciones que se daban entre el metal y el ligando... ¿Cómo no maravillarse al admirar su anatomía masculina? Simplemente imposible. Empecé el recorrido con su alborotado cabello color chocolate, siempre incitándome a sumergir mis dedos en él para peinarlo a gusto. Luego bajé hasta sus hombros, anchos y fuertes; recorrí su espalda entera y me deleité al ver como el pantalón se le ajustaba en esa zona particular que... mordí mi labio inferior al mismo tiempo que sentía mis mejillas calentarse. No tenía nada de malo observar ¿verdad?
Las comisuras de mi boca se alzaron cuando sus ojos ambarinos enfrentaron de nuevo al grupo de estudiantes y mientras ellos tomaban notas, aprovechó el momento para guiñarme un ojo con disimulo.
Shaoran Li era mi vecino desde hace tres años y casi desde el primer día entablamos amistad al notar que ambos teníamos mucho en común, empezando por nuestra pasión por la química. Era profesor universitario, y uno muy bueno debía acotar, por eso mismo a veces me valía de su buena voluntad para pedirle que me explicara lo que no entendía de mis propias clases, ya que la mayoría de los catedráticos que dictaban las materias en mi universidad eran de esos que decían tres palabras en clase y preguntaba todo el libro en los exámenes.—Ahora, hablando de los ligandos de este tipo —dijo, señalando el nombre que había escrito en la pizarra—. Ellos son capaces de donar electrones a través del enlace sigma y aceptar electrones pi, como su nombre lo indica. Un ejemplo clásico sería un carbonilo metálico como el que les dibujé en la pizarra.
Cada vez que lo escuchaba hablar de esta forma... mi cuerpo experimentaba millones de sensaciones. Shaoran era mayor que yo por seis años, pero cuando conversábamos sobre electrones, átomos y moléculas, la barrera de la edad se difuminaba y solo éramos dos apasionados por la ciencia.
―¿Alguien tiene alguna duda?
Nadie preguntó, pero podía ver en los rostros que algunos tenían dudas y por eso, aunque no fuera una alumna de Shaoran, me atreví a levantar la mano. Enseguida sus orbes ambarinos se posaron sobre mí.
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Reto Fictober 2019 - Colaboración.
FantasíaTreinta y un días, treinta y un palabras. ¡Este es el reto Fictober 2019! Cada día del mes, una historia original.