CAP 1 American idiot

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—¡EH! ¡¿Qué se supone que estás haciendo?!

Jordan levanta la mirada del baúl en el que ha estado hurgando segundos atrás. Esboza una sonrisa inocente.

—Limpiando —Su tono de voz suena más a una pregunta que a una afirmación. Alzo una ceja, incrédulo.

—Limpiando —arrastro las sílabas, intentando exprimir hasta la última gota de sarcasmo de mis labios— limpiando... el interior de mi baúl.

La sonrisa del pelirrojo se ensancha.

—Vaya, tío ¿Era tu baúl? No me había dado ni cuenta.

—Serás gilipollas ¡Suelta eso!

Sin mostrarse afectado por mi insulto Jordan se limita a cerrar el baúl y se lleva las manos a los bolsillos, dejando escapar un quejido de frustración se tira sobre una de las dos camas.

—Vamos, Ben, ¡estoy aburrido! ¿No podemos hacer algo para pasar el rato? Seguro que tienes algo divertido ahí, ¿no te queda algo de maría?

—Se me acabó la maría —gruño mientras doy una última calada al cigarro. Luego recapacito—, mejor dicho. OS acabasteis MI maría.

De nuevo, la sonrisa de Jordan se vuelve beata.

—¿En serio? Lo siento, tío.

Me ahorro algún otro insulto y me limito a tirar la colilla por la ventana sobre la que me apoyaba. Me asomo unos instantes al exterior, sintiendo el golpe de frío de la noche que contrastaba con el calor apabullante que se había formado en mi nuevo dormitorio.

—Vaya mierda.

Otro año más en aquella mierda de escuela, con aquella mierda de profesorado y aquella mierda de alumnos.

—¿Dónde está Tony?

—Robando en la despensa del director.

Giro tan rápido la cabeza que provoca un desagradable "clac" en mi cuello.

—¿Qué está QUÉ?

—Tío, se lo propusiste tú esta mañana.

De mis labios sale otra palabrota incoherente y me llevo una mano a la cara. ¿Qué yo había propuesto entrar en el despacho del viejo verde para quitarle una de sus famosas botellas de importación?... Pues sí, para que voy a mentir, pero ¿Acaso había esperado que Anthony lo llegase a hacer de verdad cuando lo propuse? ... bueno... en realidad sí también, pero ¿esperaba que lo fuese hacer inmediatamente sin siquiera un plan en mente? ¡No, por supuesto que no!

Justo en aquel momento, como planeado por la mano de aquel señor barbudo que está en el cielo, un grito resuena a través de las paredes. Jordan y yo nos miramos unos instantes, para luego asomarnos inmediatamente a la ventana. El sonido parecía haber provenido del patio interior.

—Ha sonado al viejo verde ¿Verdad? —pregunto.

—Siempre he pensado que con esa potencia de voz habría triunfado en la opera

Suspiro profundamente, el vaho saliendo de mi boca en el proceso.

—Yo le distraigo, tú rescatas a Tony.

—A la orden.

Sin decir nada más nos apartamos de la ventana y salimos por caminos diferentes. Bajo las escaleras de mármol de dos en dos y con rapidez cruzo los pasillos que me llevan hasta el despacho del director. Cierto sentimiento de respeto hacia su figura me hace intentar arreglarme los cabellos desordenados que me caían sobre la frente. Hasta me abrocho el botón superior de la camisa. Una vez en frente de la puerta marrón oscuro del despacho me obligo a no dudar.

El imbécil de Matthew BellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora