열세

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Todo estaba casi listo, los vestidos elegantes y trajes relucientes, las flores en ramos frescos bañados con un rocío artificial, el traje blanco brillante de el joven Kim era soñado, hecho a medida, dejando ver sus ligeras curvas, con un sombrero de copa del mismo color del traje que tenía un pequeño velo colgando. Eso último era parte del gran sueño de TaeHyung.

Por otro lado los “caballeros de honor” tenían conjuntos celestes claros satinado, con una pequeña flor blanca en el bolsillo del frente del saco.

Jimin se veía esplendoroso, salvo por esas manchas color noche debajo de sus ojos y lo ligeramente hinchados de los mismos.

Su cabello estaba perfectamente peinado hacia atrás, y a pesar de decir que no necesitaba ningún arreglo, en su interior le encanta como había quedado. Pero claro, el poco de dolor que aún sentía en su pecho no lo dejaba expresarlo.

Todos estaban saliendo a pasos rápidos de la casa, para encaminarse a la pequeña capilla, ya no había tiempo que perder.

—Recoge esto —dijo la mujer refiriéndose al velo. —¡Muy bien!

Todos se encaminaron a los autos, SeokJin también llevaba uno de esos trajes satinados, y sus hombros resaltaba aún más.

Dirigiéndose al primer auto ayudó a subir al sobrino pequeño de HoSeok que llevaría los anillos.

—¡El ramo! —gritó el rubio, mientras el de hombros anchos corría hasta él para entregárselo.

Se había olvidado que lo tenía en las manos.

—Hola cariño —saludó a la niña de las flores. —Ven acá, ven acá, tú irás conmigo —y movió sus manos llamándola para luego tomarla en sus brazos, ya que la niña se negaba a ir con él, y así subir al primer auto donde iba a entrar antes.

—Sube al auto, trata de animarte corazón —habló Bonnie a su hijo mayor.

Para la mala suerte de Park le tocaba ir en el mismo auto que su hermanastro y su madre, no creía poder soportarlo.

Dando la vuelta al auto terminó por subir en el asiento delantero, o eso creía hasta que el conductor inclinó el asiento y lo invitó a subir detrás, así pues estaban Jimin, su madre y TaeHyung, en ese orden, en el asiento trasero del auto.

La niña se quejaba en los brazos de SeokJin, pero no podían quedarse sin una alfombra de flores en esa boda.

—¡Vamos chicos! —animo el joven de la cámara enfocándolos.

—No, no, no, no, no —negó la mujer, volteando a ver al castaño, dando golpecitos en su hombro. —Sonríe.

Y Jimin lo hizo, sonrió. Pero fue la sonrisa más falsa que había mostrado en toda su vida y vaya que ya había sonreído fingidamente antes.

El rubio vestido de blanco tampoco se quedaba atrás, su cara no era la de una persona que estaba dichosa de que ese día fuera su boda, más bien tenía la expresión de una persona inquieta e intranquila. Pero, también sonrió para la foto.

Una vez sonado el característico “click” de la cámara, los autos encendieron motores y avanzaron por el camino de grava.























Las campanas no dejaban de sonar, anunciando el gran acontecimiento que se llevaría a cabo en menos de treinta minutos.

Jimin ya no podía más con todo eso, su pecho dolía y a pesar de que tomó algunas pastillas el dolor no cesaba. Por eso decidió salir un momento y refrescarse con la brisa, disipar todas las cosas que giraban en su cabeza una y otra vez, entre ellas Jeongguk.

【국민】EL DIA DE LA BODADonde viven las historias. Descúbrelo ahora