El día había sido un asco, los hombres con los que se rodeaba eran unos patanes, sí que tenía mala suerte. Samantha podía fácilmente librarse de todos ya que había salido a caminar desde temprano y aún no regresaba, maldecía a su poco e inexistente sentido madrugador.
Los tres hijos del Noble Lane eran, a su opinión, insoportables. Por suerte la pequeña Lucy la había sacado de los estúpidos intentos de los mismos por cortejarla. Aún no se explicaba cómo es que alguien como el señor Lane podía tener a tan bella hija que era Lucy, así como un amor de persona, aunque igualmente, reflexionando acerca de los hermanos de la misma, así como sus intentos de cortejo notó que por lo menos debía de reconocerle algo al Noble Danvers, el sí sabía cómo cortejar. Porque si bien Lena mostró cierto desdén, era debido a su nula atracción a los hombres, podría si acaso tenerlo como amigo, pero había algo que le había estado inquietando acerca de él desde que Imra le contó su historia con él, así como el sabor dulce en el borde de la copa, algo ocultaba, y Lena no estaba segura de querer saberlo.
— ¡Imra! —Fue la fuerte exclamación de su guardiana que la saco de sus cavilaciones. Cuando volvió en sí, pudo ver a la dupla en el suelo compartiendo un abrazo.
—Son adorables, ¿no lo cree? —Pregunto a una voz a sus espaldas, se sintió congelarse, ¿acaso el pensarlo lo había invocado?
Era nada más ni nada menos que el Noble Danvers quien había hablado. Se veía cansado, sus mejillas estaban rojas y su frente pegaba sus cabellos a ella, con una ligera toalla se limpiaba parte del sudor en el cuello y fue entonces cuando noto que igualmente había una toalla en los pies de Lucy e Imra, ciertamente la primera le había dicho que iría a entrenar, pero terminó ignorando que quien le entrenada era él.
— ¿Qué hace usted aquí? —Pregunto.
—Yo entreno a Imra desde hace ocho años, cuando se hace de noche suelo quedarme aquí, en esa habitación. —Remarcó haciendo sentir a la chica de cabellos azabache algo estúpida, eso ya lo sabía, pero... esa frase del final le había hecho percatarse del porqué esa colonia masculina se le hacía tan familiar. Era la misma colonia que el Noble Danvers usaba cuando se conocieron; sin duda no supo cómo tomarse lo que acababa de escuchar. ¡Estuvo durmiendo en el mismo lugar que el Noble Danvers! Ya se imaginaba a Samantha revolcándose de la risa y a Lucy disculparse una vez que se pusiera al tanto de la situación, se volvió hacia Kira y solo lo observo igual, con una pequeña sonrisa, pero notoriamente sorprendido, por lo menos le tranquilizaba saber que eso no era cosa suya.
—Crea que me honra verla, señorita Lena, pero debo disculparme por estar tan indecente, por tanto—Se volvió hacia las chicas que yacían en el suelo—Lucy, te pido permiso para usar su ducha.
—Tú siempre tan educado—Dijo Lucy con una sonrisa—Ya te he dicho que no tienes que preguntar.
—No puedo ser un completo mal educado con tan bellas damas como ustedes aquí—Dijo sonriente—Mucho menos en la presencia de la tan hermosa Lena.
—Oh cállese—Dijo con cierto fastidio mientras que Lucy soltaba unas risillas que se ocultaban en el hombro de Imra.
—Me temo que no puedo hacerlo—Dijo haciendo notar un deje de broma en lugar de coqueteo—Puesto que debo pedirle que me dé permiso de sacar las ropas que tengo guardadas.
—Yo no tengo ninguna autoridad sobre usted—Dijo ella.
—Créame que tiene más de la que cree—Sin nada más que decir, el rubio se sentó a un lado de la peli-negra y abrió la cajonera sacando de ella, sin pudor alguno, unos bóxer y una de las camisas de tirantes que suele usarse por debajo de las camisas de vestir para después del closet sacar un traje que estaba dentro de una funda y dirigirse al baño.
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SEDUCCIÓN
FanfictionKira Danvers es uno de los nobles más influyentes en Kryptón. Pudiendo tener a quien quisiera a su disposición escoge a la única mujer que no sigue sus normas. Esta historia no es mía, es la adaptación de una historia con el mismo título, escrita po...