[Capítulo 14]

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Maxwell se encontraba vagando junto con Alex alrededor del hotel buscando a Sam, sabían ya de sobra que la menor solía ser en extremo curiosa, además de que la pelirroja todavía recordaba que comenzó a conocer a la menor de las Luthor después de que esta se perdiera explorando por la villa.

— ¿Dónde se habrá metido? —Se quejó Maxwell, aunque Alex logró percibir la preocupación en su voz. Aun le sorprendía lo mucho que el pelinegro había cambiado, lo que hacía el amor... a veces le daban ganas de enamorarse pero siempre terminaba arrepintiéndose por dos razones, en primera porque estaba, quisiera o no, ligada con Kira, sus padres estaban haciendo todo lo posible para casarla con ella a pesar de que ambas se hubiesen negado a eso; y en segunda, porque era completamente irreal que se enamorara de una mujer y que esta le correspondiera, no había mujeres como ella en Kryptón y si las había ya estaban tomadas, la única mujer entre comillas libre era Gayle pero Gayle estaba enamorada de Kara y ella no sentía nada más que amistad por ella siendo su única oportunidad cambiarle la sexualidad a alguien pero eso era imposible.

—No creo que sea posible, pero puede estar con Lena—Respondió Alex nerviosa desviando sus pensamientos a las hermanas Luthor. Podría intentarlo con la aludida Lena pero Kara se le había adelantado y era la maestra de la seducción mientras que Sam estaba siendo tomada por Maxwell de a poco. Pensar eso le hizo entristecerse sin motivo. Negó con la cabeza de inmediato, ya estaba pensando de más.

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Sam miró como su hermana palidecía, ya se imaginaba el porqué, su hermana mayor era bastante transparente (razón por la que se empeñaba en portar una cara inaccesible), en especial cuando se trataba de Mercy. Frunció los labios con molestia, todo iba tan bien... no era como si estuviera buscando emparejarla con el noble Danvers, pero como se lo había dicho Lena la primera vez que se besó con él, lo prefería a él que a Mercy, inclusive había hablado de él (y lo que había pasado entre ellos) con Astra en las dos cartas que le había enviado y fueron respondidas recién. Recordaba que Lena igualmente había mandado sus respectivas cartas, dirigiendo una Mercy por medio de Astra, pero solo había sido una vez de las cuatro cartas que le había mandado, y eso fue antes de que comenzara a ser seducida por el noble más galante de toda la villa.

— ¿Mercy? —Preguntó aun sabiendo la respuesta. La peli-castaña asintió lentamente mientras se sentaba en la cama aun con una cara de incredulidad, combinada con miedo y culpabilidad. Una pequeña culpa también invadió a la menor. Ella no debería interferir de manera negativa en la estable relación de su hermana, pero es que tanto ella como Astra estaban convencidas de que Mercy no era la mujer que Lena merecía, no era mala, sabía que amaba a su hermana con todo su corazón, pero no estaban hechas para la otra. Sabía que por más que Lena dijera amarla también, aquello no era más que una farsa. Lena con sus veintitrés años no se había enamorado realmente y su único y verdadero amor había sido ejecutada frente a sus ojos. Lena era ingenua si pensaba que no se daría cuenta.

—Si... es una contestación a la carta que mandé cuando recién llegamos.

— ¿Qué esperas para abrirla?

—Estar lista para lo que voy a leer—Respondió la mayor de manera distraída. El sobre era de mayor tamaño al promedio y el interior se sentía más duro que una hoja cualquiera—Así sea la clásica carta de romance que solemos darnos, me sentiré culpable de leerla y saber que la ha engañado y así sean noticias no tan buenas, necesitaré prepararme psicológicamente para que no haya daño.

En silencio, Sam dejó la habitación. Sabía que Lena debía leerla a solas para sentirse segura, aun estuvieran a millones de kilómetros de distancia, las leyes no cambiaban. Suspiró con cansancio, todo se complicaba demasiado y no solo con Lena, Kira y Mercy, sino también con ella misma.

Caminó sin rumbo fijo alrededor del hotel (no quería perderse de nuevo) escondiéndose entonces entre un pequeño prado en el que se quedó observando fijamente los crisantemos, en especial los naranjas y los rosas. Unos segundos después una silene gallica, se posó frente a su cara, al girarse se encontró con la sonrisa siempre galante del Noble Danvers.

— ¿Qué hace acá tan sola, señorita Sam? —Preguntó Kira con amabilidad—Alex me comentó que tanto ella como Maxwell están preocupados por no saber nada de ti, no pensé encontrarte mientras vagueaba.

—Solo exploraba—Contestó medio ida con la mirada fija en la flor que le había dado el noble—Podría preguntarle lo mismo, había dicho que tenía cosas que hablar con la señorita Marsh.

—Parece que Gayle no es de tu agrado—Se rió divertido— ¿Celos?

— ¿Por qué debería molestarme su cercanía con ella? —Preguntó escéptica.

—No hablaba de mí—Comentó con una sonrisa que la castaña no había visto en él, pudo ver porqué las chicas caían ante él, objetivamente ella también lo haría de no ser por...

—Oh no...—Soltó por lo bajo, todo menos eso, aquello era impensable. Miró la flor que el Danvers le había otorgado una vez más.

—Le confesaré un secreto, bella Sam—Se acercó a la mencionada y disminuyó el nivel de su voz—Lena, Alex y Gayle son cortadas del mismo tajo, siendo yo una única excepción. Tenga eso en cuenta—Le guiñó.

Los ojos de la extranjera se abrieron con incredulidad, ¿Por qué Kira le decía aquello con tanta naturalidad? Su paranoica mente le decía que el noble estaba intentando de decirle algo y que aquello se relacionaba con la gallica en su mano, el significado de aquella planta no tenía sentido en aquel momento, pero...

—Sé que tanto su hermana como usted jamás han amado realmente, por ende es muy fácil confundir los sentimientos de amistad y amor. Eso es lo que todos nosotros tenemos en común, incluido yo.

—En ese caso...—Sam desvió su atención de la flor en su mano y tomó una anémona blanca, dándosela al noble quien ya llevaba con él otras dos flores en su mano—Creo que esta flor representa a la perfección su situación actual.

Sam fue testigo de cómo el Noble soltaba una carcajada, algo impensable según ella.

—La guardaré con anhelo y dentro de unos cuantos meses le demostraré que me ha dado la flor equivocada.

—Lo mismo digo—Comentó burlona tomando lo que le había dado el peli-rubio como una mala pasada de sus pensamientos, ella era diferente a su hermana, así que lo que su mente tanto le había insistido en los últimos días no tenía sentido.

—Aguarde aquí unos minutos y le mandaré la primera prueba.

— ¿Y usted a dónde irá?

—Igualmente a mi primera prueba—Dijo alzando una amapola roja (4) —Ha llegado un momento de duelo en el que debo hacer una pausa con el ángel caído—Seguido de esto posó la dalia blanca (5) sobre sus labios—Sin embargo, mi objetivo no ha cambiado.

Dicho esto, el noble dejó a la doncella hundida en sus pensamientos caminando de nuevo en dirección al hotel, encontrándose a Alex y a Maxwell en la entrada y diciéndoles en donde estaba la Luthor menor, tomando a la pelirroja del brazo dándole al azabache tiempo de avanzar e interrogando brevemente a su amiga antes de dejarla partir dándole antes un pequeño obsequio al que la Leigh no le encontró sentido.

Al momento que Kira entró al hotel una vez más, Alex se apresuró en ir tras Maxwell, si bien Kira les había asegurado que Sam se encontraba bien, tenía que asegurarse por ella misma que era verdad.

Al momento en que Alex arribó en el prado, la pelirroja sintió como si se olvidara de cómo hablar. Miró de nuevo la amapola que su amiga le había dado entendiendo brevemente que Kara ya sabía que aquello pasaría y le apretó con un ligero sentimiento de enojo y frustración. Frente a ella el mayor de los Lane se encontraba besando a la menor de las Luthor siendo ligeramente correspondido por ésta.

Lo que Alex no sabía era que, interiormente, gran parte de la castaña deseaba que fuese otra la persona que se robara su primer beso.

SEDUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora