Capítulo 6.- Maratones, locuras y contenedores de basura

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POV. Alex.


-Oye está muerto aquí...no hay chicas-. Mi amigo habló enseguida, apenas entramos al restaurante.

-Me cansé de perseguir a las chicas Daniel, por ahora solo prefiero disfrutar de la comida-. Observé el lugar y coloqué mis manos en los bolsillos delanteros del pantalón.

-¿Y eso?... -. Daniel me miro sin poder creer lo que había dicho, no siempre soy así, pero, ser el típico chico mujeriego, no es del todo genial y ya era momento de dar vuelta la página. Además ya tengo suficiente con la tarea que nos encargó el señor K.

Deje la conversación de lado y levante mi mirada hacia donde se encontraba toda la gente, algunos disfrutaban ya de la comida, otros esperaban al mesero para pedir y había uno que otro grupo de amigos compartiendo.
Según mi opinión, la mejor mesa para comer siempre en un restaurante es, al lado de la ventana, así que me aproxime a mirar si en mi lado favorito había una mesa desocupada, lo sorprendente era, que se encontraba una mesa vacía, casi al final del lugar , lejos de las miradas de las personas.

Di un paso para acercarme a la mesa escogida, hasta que mi vista me llevo a darme cuenta de los vecinos que tendríamos si elegíamos esa mesa. Para nuestra mala suerte, se encontraban ellas, las "innombrable", no les había dado tiempo de saber que estábamos aquí, pues tenían un problema mucho mayor.

-Mira...-. Señale al grupito de gente que estaba discutiendo. Daniel y yo nos miramos extrañados, pero volvimos a mirar lo que estaba sucediendo.

- ¿No es tu amiga, la que te confundió con un señor? -. Fruncí el ceño. Me molestaba admitirlo, pero, sí, era ella, la chica que me había llamado señor. Miré a Daniel, pero el solo seguía con la vista al frente, observando cada movimiento que sucedía de la escena, así que hice lo mismo.

POV. Nicol.

-Nícol cálmate-. Escucho la voz de Luna, mientras trata de frenar mis pasos para que no me acerque a ellos.

- Uy, ¿por qué hablan a nuestras espaldas cobardes? -. Eran unos cobardes, un grupo de señores contra tres chicas.

- Ya oyeron... ya oyeron-. El tipo no lo podía ni cree, se voltea en cada palabra que sale de mi boca.

¿cómo era posible, que yo tuviera las palabras precisas para responderle?

-No puede ser...no puedo creerlo-. Luna solo susurra. Cada segundo que pasaba, parecía eterno.

-Oigan solo discúlpense y váyanse ya-. Por fin el señor, del cual ni sabia su nombre, había hablado palabras coherentes, no era justo para nosotras irnos, accidentalmente los habíamos molestado, pero fue accidental, ellos son los que se tomaron muy enserio la acción de Fernanda.

-Yo ya me disculpé, son ustedes lo que siguieron con el escándalo, solo por un pequeño accidente, deberían tener más tolerancia en situaciones como está.

- ¿Así es como le hablas a los adultos? pero que impertinente, ¿no te educaron en tu casa o qué?, nosotros llegamos aquí primero, fueron ustedes las que empezaron a molestar, que nos larguemos dice...-. Si tiene razón, ¿quién no se sentiría así cuando tus vecinos de mesa empiezan a tener gestos molestos? pero, este hombre de verdad, estaba siendo desagradable, solo debió habernos hecho saber su incomodidad, en lugar de formar un escándalo. -Oye, ¿crees que lo dejaré pasar porque eres mujer? -. Luego de estas palabras, mi forma de pensar y mi mirada, cambiaron, ya le estaba dando la razón de su enojo y el solo eleva sus palabras haciendo sentir mal a otros, a esto me refería cuando hablaba de que era molesto.

Una Espía En CubiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora