seven • tension
El día era brillante, y había empezado demasiado pronto para Imari. Se había desvelado la mayor parte de la noche, dándole vueltas a la conversación con Umi y lo que implicaba el haberle dicho que iría a ver a Yuzuru; un interrogatorio tras otro por parte del pelinegro para asegurarse que de verdad lo había hecho y que no salía con el rabo entre las piernas como acostumbraba a hacer.
El timbre de su casa seguía sonando con insistencia cuando decidió levantarse de la cama dando tumbos. Según Kageyama, tenía resistencia a la privación de sueño, pero las escasas tres horas en las que había podido cerrar los ojos y la falta de café no colaboraban en el hecho. Pasó frente a la cocina y se planteó dejar en la puerta a quien quiera que fuese y hacerse ese café, pero el sonido irritante del timbre no parecía querer parar. Se acercó gruñendo y abrió.
—¡Vamos Imari, vístete!
—¿Perdón?
Hitoka tenía las mejillas algo rojas y el ceño fruncido en concentración. Entró ofuscada y a toda prisa en el apartamento, empujando a su prima de vuelta a su habitación.
—¿Hitoka?...—Imari a penas y fue consciente del jaleo de la rubia, que entre vuelta y vuelta le iba quitando el pijama para ponerle el uniforme. En consecuencia, Imari se abotonaba la camisa y se ajustaba la falda y corbata por costumbre, ojos entrecerrados. Un par de minutos después Hitoka le tiraba la mochila mientras se apresuraba a salir del piso junto a ella, e Imari no había probado ni sorbo de su café.
Caminaron en silencio y a paso ligero hasta salir del edificio, cuando Imari pareció caer en la cuenta de que acababan de arrastrarla fuera de casa una hora más temprano de lo normal.
—Hitoka…—empezó, la rubia acelerando un poco el paso y tensando los hombros—, ¿qué haces?
La chica tragó saliva y tardó en contestar, pero no miró a su prima al hablar—. Te llevo al entrenamiento—mustió y ambas se pararon en el paso de cebra, el semáforo aún en rojo. Imari suspiró, pero no se dio la vuelta como Hitoka había esperado. Ya estaban a mitad de camino, y no podía evitar al equipo hasta que terminase el campamento, porque pedirían explicaciones de todas formas. A Imari le parecía que tenía derecho a no darlas, pero el resto seguro que no pensaba igual.
Llegaron al gimnasio en tiempo récord, pues Hitoka parecía bastante ansiosa, aunque Imari sabía que era imposible que estuvieran llegando tarde, incluso si no había mirado la hora ni una sola vez. Su cuerpo y su mente sentían lo temprano que era. Por un momento ni siquiera se acordó de si había hecho los deberes o no. Al final no le dio demasiada importancia cuando entraron al gimnasio y la mayoría de los presentes se quedó mirando a las primas más de lo normal. Imari evitó todos los pares de ojos que pudo.
Hitoka se aseguró de que su prima se sentaba en el banco junto a Takeda antes de ponerse manos a la obra con sus tareas, ayudando a Shimizu en lo que pudiese. Aún estaba algo tensa, teniendo la sensación de que Imari saldría por la puerta en cualquier momento. Por el rabillo del ojo pudo verla con un cuaderno y un lápiz, probablemente fingiendo que hacía algo importante para no tener que mirar a nadie.
El truco le funcionó hasta un poco más de la mitad del entrenamiento, cuando Hinata ya no aguantaba más el silencio y Kageyama estaba a punto de hacerle un agujero en la cabeza con los ojos. En cuanto tuvieron permiso para descansar, Hinata se puso frente a ella, las manos hechas puños.
—Imari–san—le tembló un poco la voz, pero su cara era igual a la de Hitoka esa mañana; de determinación.
—¿Mmm?—masculló Imari, sin levantar la vista del cuaderno y garabateando con el lápiz. Sentía que el equipo entero la miraba.
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egoist「wagamama 」
Fanfiction❝¿No es eso muy egoísta?❞ ❝A veces hay que serlo❞ ·Posible (casi seguro) lenguaje fuerte o vulgar. ·Muchos capítulos no tendrán que ver con el deporte en sí. ·Actualizaciones pueden ser lentas.