•three

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three · things

En el transcurso de tres días—en los que se volvió normal el salir todos juntos del entrenamiento para ir a casa—, Hitoka se había inscrito oficialmente como la nueva mánager del club de vóleibol. Todos le dieron una cálida bienvenida, genuinamente felices de tenerla con ellos y tener una posible futura mánager para cuando los de tercero se graduasen.

Aún así, a pesar de saber que la pequeña rubia ya parecía encajar con el equipo y que no entraba en pánico al poner un pie en el gimnasio, Imari no pudo evitar volver a presentarse en el entrenamiento dos días después del anuncio de su prima. El mismo día en el que Hitoka le dijo que estaba convencidísima de su decisión, su prima concluyó que no tenía más razones para acompañarla, pero el volver a casa sola y a una hora más razonable para encontrarse—otra vez—su casa vacía no era algo a lo que quisiera acostumbrarse de nuevo. Le pareció una tontería en un principio, eso de echar de menos la compañía de un par de atolondrados adolescentes a los que conocía de hacía menos de una semana, pero cada vez que, durante esos dos días, veía a alguno de ellos y la saludaban como si fuesen amigos de toda la vida, comprendió que, tal vez, había estado demasiado tiempo sola y esa nueva sensación de familia le había gustado, así como sentado bien. 

Por eso arrastró los pies hasta el gimnasio al final del tercer día, algo dudosa y con menos confianza de la normal. No tenía claro por qué. Sólo habían sido dos días de ausencia, en los que había estado ocupada de verdad, y tampoco es que hiciera mucho en el club como para que se la echase en falta. Negó con la cabeza al recordarse a Hitoka y su vómito de pesimismo antes de abrir la puerta. 

El equipo y su prima se giraron para mirarla y la saludaron con sonrisas y tonos nostálgicos de broma, como si hubiese estado desaparecida un mes entero. Se rió un poco y se sentó en el banco junto a Takeda, que fue comentandole de buena voluntad los avances de los chicos. 

Claro que, en dos simples días, nada iba a cambiar. 

Esos mismos dos días fueron los que agravaron la curiosidad de Sugawara. 

Se sentía muy infantil pensándolo, pero desde aquella primera noche había estado dándole vueltas a las palabras de Imari que, si bien eran banales, sin importancia para ninguno, consiguieron picar su curiosidad y ansiar por una respuesta o aclaración. «Esas cosas» podría significar demasiadas cosas.

Las cuatro noches siguientes repitieron el proceso de camino a sus casas y charlaban de vez en cuando, pero la cabeza de Imari parecía pensar a una gran velocidad y sabía tanto de tantas cosas que Sugawara no se halló con el valor de interrumpirla mientras hablaba entusiasmada sobre cómo preparan las bailarinas sus puntas de ballet, o de por qué hay flores que se abren de noche. 

No era muy charlatana, de hecho, solo mantenía conversaciones cortas con el resto del equipo—y el mundo—pero por las noches parecía inspirarse tan solo mirando a su alrededor, soltando datos de los que Koushi no tenía ni idea y haciendo que él simplemente la escuchase usar su relajante voz más de lo habitual. Se preguntó si lo hacía porque estaba con él o le valdría con cualquiera que le hiciese compañía a esas horas. 

En el fondo quiso creer que era por su explícita presencia, pero al poco tiempo lo dejó pasar. Después de todo, lo que hacía o dejaba de hacer Imari no era asunto suyo si es que ella no decidía contárselo voluntariamente. Se rindió rápido en la busca de respuestas, pero se consoló con el hecho de que, conociendo la costumbre de la chica de cambiar mucho de tema y dejarse llevar, en algún momento surgiese de nuevo en la conversación—aunque Koushi casi no hablaba—y pudiese intervenir para por fin preguntar.

Tampoco es que fuese algo interesante por lo que tener tanta curiosidad, a decir verdad.

También, en esos pocos días, la concentración de verano en la que estarían reunidas la Academia Fukurodani y el instituto Nekoma fue anunciada, animando a todos los jugadores a practicar lo máximo posible antes de poder enfrentarse a las potencias de Tokio. Hitoka e Imari no tenían ni idea de qué tan fuertes eran los equipos contrarios y, sin quererlo realmente, acabaron asistiendo involuntariamente a una charla sobre búhos y gatos por parte de Tanaka, Nishinoya y Hinata. Imari desconectó en cuanto se dio cuenta de que no iban a hablarle de gatos y búhos reales.

egoist「wagamama 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora